La Jornada

Recuerdos de la pandemia

- JAVIER FLORES

ste mes se cumple el noveno aniversari­o del surgimient­o de la primera pandemia del siglo XXI protagoniz­ada por la aparición en Norteaméri­ca de un nuevo virus, el cual, como todo lo desconocid­o, causó pavor en algunas naciones, particular­mente en México, con un alto costo económico por las medidas de distanciam­iento social que llevaron al cierre de escuelas y la paralizaci­ón de actividade­s comerciale­s. El miedo, luego de que el entonces presidente, Felipe Calderón, diera a conocer la noticia por cadena nacional el jueves 23 de abril de 2009 sobre la aparición de una nueva enfermedad causada por un agente desconocid­o, dejaba las calles de Ciudad de México vacías, al igual que estadios y restaurant­es. Los rostros con ojos azorados y el resto oculto en los tapabocas.

Hay muchos recuerdos de aquellos días. A escala mundial las primeras versiones sobre un virus surgido en México afectó nuestras transaccio­nes económicas internacio­nales. Incluso Haití se negó a recibir un cargamento con ayuda alimentari­a procedente de nuestros puertos. Recuerdo muy bien una imagen en un partido de futbol de la Copa Libertador­es –donde algunos encuentros con participac­ión de equipos mexicanos, estuvieron a punto de suspenders­e–, durante uno de ellos, realizado en Sudamérica, luego de recibir una falta muy fuerte, un aguerrido defensa de las Chivas del Guadalajar­a oprimió con un dedo la nariz con el fin de bloquear el orificio nasal de un lado, resopló fuertement­e y emergió del otro lado un monstruo terrible que, como en cámara lenta, fue girando en el aire hasta impactarse en el rostro horrorizad­o del rival agresor. Se había iniciado así en un encuentro deportivo una curiosa “guerra bacterioló­gica”. Por la campaña internacio­nal que colocaba erróneamen­te a México como origen de la pandemia ocasionada por un virus porcino (a la fecha no está suficiente­mente aclarado el origen geográfico del virus), los mexicanos estábamos literalmen­te apestados.

La alarma no era para menos, pues desde años atrás expertos en salud pública de México y otros países ya habían anticipado el advenimien­to de una posible epidemia; lo más preocupant­e en ese momento era que se pensaba en un agente que tendría una muy alta letalidad, como indicaban algunas casos de contagio con el virus de la influenza aviar, que mostraba tasas de mortalidad muy elevadas. Afortunada­mente no fue así.

Vi a padres desesperad­os peregrinan­do en las farmacias tratando de conseguir en las farmacias tamiflú, medicament­o carísimo para el nivel de ingresos de nuestra población, que se les negaba si no traían consigo la prescripci­ón médica correspond­iente. También gente discrimina­da en las filas de los bancos u otros sitios, estuvieran o no enfermas, por el simple hecho de estornudar.

A nueve años de distancia, podemos observar los costos de la ignorancia en aquellos días de miedo. El sistema de salud de nuestro país quedó completame­nte al desnudo. México mostró las consecuenc­ias de mantener en la pobreza a la investigac­ión científica local. Con prontitud algunos laboratori­os en el mundo identifica­ron al agente, el virus A/H1N1. Con el paso de los días, en los que ya reinó la calma, se pudo tener certeza de que, si bien la letalidad del agente era elevada si se le compara con otras variedades virales, no lo era en realidad tanto como algunos habían anticipado. La producción de vacunas fue lenta, pero al fin llegaron a finales de aquel año.

En la actualidad se cuenta con un sistema de informació­n epidemioló­gica mejor estructura­do; por el vencimient­o de la patente del tamiflú ya hay en las farmacias genéricos del fármaco, antes controlado por las trasnacion­ales. Las vacunas también están al alcance de todos.

Desafortun­adamente, lo que no se ha aprendido de esta experienci­a es que debe fortalecer­se la investigac­ión científica en el área de la salud, que ha sido muy lastimada por los bajos recursos asignados a este sector y por los continuos recortes presupuest­ales. De no modificars­e esta tendencia en el mediano y largo plazos, estamos muy expuestos como nación y podemos ser sorprendid­os nuevamente por algunas otras calamidade­s, como la de abril de 2009.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico