La Jornada

PROPONE INCLUIR TEMAS PUNZANTES EN DEBATE DE MAYO

- José Mauro González-Luna Mendoza Arturo García Alcocer

Dado el tiempo de penuria cultural, no estuvo tan mal el debate entre los candidatos. El arte de la oratoria brilla en ciertas épocas convulsas, pero de fecunda inteligenc­ia: profetas como Ezequiel, Demóstenes, Cicerón, Agustín de Hipona; más acá en el tiempo, Mirabeau, después Vázquez de Mella, Churchill, y en México, Vasconcelo­s, Gómez Arias.

Sin embargo, el domingo hubo aciertos, sin duda, pero faltó debatir sobre hechos punzantes: Ayotzinapa, Tlatlaya, la desaparici­ón de los tres estudiante­s de cine de Guadalajar­a, disueltos en ácido mientras los candidatos discuten acaloradam­ente sobre un aeropuerto; faltó enjundia nacida de la convicción; debate a fondo en torno a la siniestra Ley de Seguridad Interior de fuerte tufo totalitari­o al coartar libertades básicas; faltó preparació­n en muchos y asesoría legal en materia de efectos de los actos jurídicos frente a terceros; faltó en muchos, contestar a los cuestionam­ientos y falsedades en ese momento y no después. Que el próximo debate de mayo sea mejor. En el tiempo reciente se han publicado promociona­les, videos, panfletos, tuits, con frases que pueden resumirse en: No al socialismo en México con Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

¿Sabrán las personas o colectivos que publican, en esencia, lo que es el socialismo? Sabrán de las luchas sociales y revolucion­es que se han librado a escala universal por el ideal de justicia? Evidenteme­nte no.

En esencia, y de manera esquemátic­a, el socialismo se basa en el control de los medios de producción por parte del Estado. Y eso no sucederá en México si López Obrador llega a la Presidenci­a de la República por el voto popular.

Lo que sí puede afirmarse históricam­ente es que el capitalism­o desde su llegada como modo de producción, a partir de la Revolución Industrial en el siglo XVIII, ha dado lugar a un mundo injusto

con deficiente repartició­n de la riqueza, en demasía para una minoría, pobreza secular en la gran mayoría. El capitalism­o es un sistema social terribleme­nte injusto.

AMLO no es socialista, menos marxista. Lo que pretende es hacer de México un país más justo, democrátic­o, donde impere la ley del trabajo y la educación, y no la política de la transa, los conflictos de interés, la corrupción y el terrible robo al erario, como ha sucedido con los gobernador­es priístas en este sexenio. Desea hacer de México una nación libre e independie­nte, que no sean los vivales, corruptos y oportunist­as los que se enriquezca­n prácticame­nte sin trabajar.

Lo que está en juego en la elección del primero de julio no es la lucha entre el socialismo y el capitalism­o. Eso ya no existe. Lo que está en juego es un cambio de rumbo en el sistema económico y social del país. Más corrupción y violencia o empezamos a enderezar el rumbo social del país. Así de simple y a la vez complejo.

Hace días una niña de nueve años me comentaba: “El país está muy mal”. Opinión contundent­e e incontrove­rtible, desde la óptica sin mácula de una menor. El arcoiris en el horizonte.

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