La Jornada

Jóvenes mixes apoyan a campesinos en mejora de cultivos y protección de suelos

Son jóvenes que estudiaron en otro lugar pero regresaron a Oaxaca a aplicar conocimien­tos

- ANGÉLICA ENCISO L. Enviada SANTA MARÍA TLAHUILTOL­TEPEC, OAX.

María Vázquez remueve la tierra con la coa recta –especie de pala con la punta afilada– a la que le colocó una manguera para deslizar por ella las semillas de frijol, calabaza y maíz, selecciona­das de entre las 30 variedades que hay en la región. Así se facilita el trabajo en la milpa, cuida el suelo y se asegura una mejor cosecha. Pero antes, hizo una ofrenda: convocó a familiares y amigos a un desayuno de atole blanco de maíz, tamales con frijol entero y caldo con hoja santa.

Es la tradición que se mantiene en la región mixe cuando va a comenzar la siembra. La ingeniera agrónoma tiene dos hijos y cultiva sus parcelas; su esposo le ayuda. También es facilitado­ra, apoya a otros agricultor­es en el Centro de Innovación Integral para el Desarrollo Rural (Ciinder) Kukoj, palabra mixe que significa “tronco en retoño”.

Se trata de una asociación de jóvenes mixes, la mayoría, que estudiaron agronomía y técnicos forestales en la Universida­d de Chapingo y en otras institucio­nes de Oaxaca, pero volvieron a su comunidad para apoyar a los campesinos en mejorar las técnicas de cultivo, proteger su tierra y cuidar los recursos naturales.

Es la zona mixe alta, habitada por alrededor de 4 mil personas y a tres horas de la ciudad de Oaxaca. Tras los daños del sismo del 7 de septiembre anterior, la autopista que lleva a la zona no ha sido reparada. El bosque es mesófilo de montaña o de niebla, el cual ocupa apenas uno por ciento del territorio nacional, pero se encuentra, sobre todo, en la sierra Juárez, en el norte de Chiapas y en la Sierra Madre del Sur, entre Guerrero y Oaxaca, según la Comisión Nacional para el Uso y Conocimien­to de la Biodiversi­dad.

Aquí hay vegetación diversa, además de especies como jaguar, puma y mono araña. En la zona montañosa, con neblina y lluviosa, es difícil cultivar, porque se debe hacer en las pendientes y se busca evitar que siga la tumba, roza y quema, con la que se desplazan zonas forestales por áreas de cultivo, por lo que se trabaja en que la actividad se mantenga en las tierras que ya se ocupan y no se deforesten más.

José Guadalupe Diego dirige el esfuerzo de alrededor de 20 jóvenes que, entre otras acciones, impulsan el proyecto “Agua y suelo para la agricultur­a”, que busca proteger los suelos, elevar la producción y apoyar a las familias indígenas.

Entre las acciones que hacen están los estudios de suelo de las parcelas para definir el método de cultivo, y han realizado cambios que van desde reducir el número de semillas que siembran, dejar el uso de fertilizan­tes, acortar la distancia entre los surcos, hacer el menor movimiento de la tierra para protegerla, y para ello se usan herramient­as como la coa recta, en lugar del arado.

Alejandra Cardoso tiene una parcela pequeña donde aplicó está técnica en una pendiente donde los brotes de la milpa han comenzado a aparecer. Dice que antes se daba poco maíz y mucho zacate. Con el cambio en la técnica espera que se dé más maíz y calabaza. Ella y su hija Sandra explican los cambios que han hecho: a la siembra van maíces selecciona­dos, desde que se cosechan en el campo, se eligen las mejores mazorcas y de ellas las semillas más fértiles.

La mejora de los sistemas de producción es a partir de los cultivos nativos, con la selección de semillas, y la identifica­ción de las variedades relevantes, las razas más representa­tivas de maíz son serrano mixe, mixeño y quicheño, en menor medida está el tuxpeño y el tepecintle. Hay tres especies de frijol y cuatro de calabaza.

Mediante el Proyecto Estratégic­o de Seguridad Alimentari­a, en el que participan la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a y la Secretaría de Agricultur­a, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentaci­ón se apoyan 25 localidade­s mixes. Diego señala que el proyecto no es el fin, es el camino.

Mediante Ciinder Kukoj se ha apoyado a mil 750 familias, “se trata de promover el desarrollo rural a partir del conocimien­to local”, señala.

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