La mafia del poder y sus gatos
Forbes. Así es que cualquier amenaza de sacar sus inversiones y recursos del país si no les conceden lo que piden, es puro chantaje, ya que ni se pueden llevar los suelos y montañas, ni hay otra nación del mundo que les otorgue tantos privilegios.
De esta manera se encuentran sellados los nexos entre el poder económico con el político y el dominio del primero sobre el segundo es cada vez más evidente. Es más, muchos de los que integran el gobierno y el Congreso de la Unión son empleados a su servicio, propuestos y protegidos por las mismas corporaciones y cámaras de los hombres de negocios, que por eso se autocalifican arrogantemente como “los dueños de México”.
Por otro lado, tenemos un país con una población mayoritaria que vive en la pobreza, una enorme desigualdad, los salarios más bajos que existen en el mercado, una corrupción de las mayores en el mundo y una inseguridad sin precedente. México es el país de los contrastes más dramáticos de América Latina y los miserables empresarios y gobernantes lo han convertido en una nación frustrada, con una auto estima muy baja y una pésima imagen en el exterior.
Todo lo anterior ha crecido de la mano de una mayor discriminación contra las clases y sectores más humildes de la población, a la vez que un autoritarismo, prepotencia y represión a los derechos humanos que no se habían visto jamás a ese grado entre los mexicanos.
A los de arriba, eso les ha hecho sentir que pueden controlar y disponer a su antojo de la riqueza nacional y a través de una serie de despachos de abogados, contactos políticos, corruptelas, complicidades de medios de comunicación y periodistas, donde sin embargo hay honrosas excepciones, así como títeres sindicales y traidores que viven de la corrupción y del “chayote”. Los ricos han logrado dominar a un gobierno cada vez más débil y sometido por esos intereses particulares.
Como un claro ejemplo tenemos el anuncio que hizo la semana pasada esa mafia empresarial de una supuesta condena al Sindicato Minero de restituir o pagar a un pequeño grupo de trabajadores patrocinado por los grupos empresariales México, Peñoles, Acerero del Norte y Villacero, un fondo de 54 millones de dólares que pertenecen al Sindicato Nacional de Mineros y no a trabajadores individuales como les han hecho creer a estos, manipulando el engaño en la Junta Local número 10 de Conciliación y Arbitraje, bajo el mando y la instrucción previa y precisa del actual secretario del Trabajo, Roberto Campa Cifrián.
Campa declaró que él no conoce a Larrea personalmente, pero no aclaró lo bien que le sirve a sus intereses. Así actuó ilegalmente, confundiendo a pequeños grupos de la opinión pública que se dejaron engañar, y lo hizo con una total y descarada perversidad, pero con la real intención de confirmar el control absoluto de Larrea y algunos otros empresarios cómplices sobre las decisiones del gobierno a través de sus nuevos gatos, como los siguen clasificando.
A nadie engañan, pero menos a los cientos de miles de trabajadores y sus familias que desde hace muchos años se dieron cuenta de la sumisión, la bajeza y la podredumbre que existe entre los poderes económico y político de México.
Siguiendo el ejemplo anterior que ilustra lo que sucede en México con la corrupción, los mineros no se dejan