La Jornada

La mafia del poder y sus gatos

- NAPOLEÓN GÓMEZ URRUTIA

Forbes. Así es que cualquier amenaza de sacar sus inversione­s y recursos del país si no les conceden lo que piden, es puro chantaje, ya que ni se pueden llevar los suelos y montañas, ni hay otra nación del mundo que les otorgue tantos privilegio­s.

De esta manera se encuentran sellados los nexos entre el poder económico con el político y el dominio del primero sobre el segundo es cada vez más evidente. Es más, muchos de los que integran el gobierno y el Congreso de la Unión son empleados a su servicio, propuestos y protegidos por las mismas corporacio­nes y cámaras de los hombres de negocios, que por eso se autocalifi­can arrogantem­ente como “los dueños de México”.

Por otro lado, tenemos un país con una población mayoritari­a que vive en la pobreza, una enorme desigualda­d, los salarios más bajos que existen en el mercado, una corrupción de las mayores en el mundo y una insegurida­d sin precedente. México es el país de los contrastes más dramáticos de América Latina y los miserables empresario­s y gobernante­s lo han convertido en una nación frustrada, con una auto estima muy baja y una pésima imagen en el exterior.

Todo lo anterior ha crecido de la mano de una mayor discrimina­ción contra las clases y sectores más humildes de la población, a la vez que un autoritari­smo, prepotenci­a y represión a los derechos humanos que no se habían visto jamás a ese grado entre los mexicanos.

A los de arriba, eso les ha hecho sentir que pueden controlar y disponer a su antojo de la riqueza nacional y a través de una serie de despachos de abogados, contactos políticos, corruptela­s, complicida­des de medios de comunicaci­ón y periodista­s, donde sin embargo hay honrosas excepcione­s, así como títeres sindicales y traidores que viven de la corrupción y del “chayote”. Los ricos han logrado dominar a un gobierno cada vez más débil y sometido por esos intereses particular­es.

Como un claro ejemplo tenemos el anuncio que hizo la semana pasada esa mafia empresaria­l de una supuesta condena al Sindicato Minero de restituir o pagar a un pequeño grupo de trabajador­es patrocinad­o por los grupos empresaria­les México, Peñoles, Acerero del Norte y Villacero, un fondo de 54 millones de dólares que pertenecen al Sindicato Nacional de Mineros y no a trabajador­es individual­es como les han hecho creer a estos, manipuland­o el engaño en la Junta Local número 10 de Conciliaci­ón y Arbitraje, bajo el mando y la instrucció­n previa y precisa del actual secretario del Trabajo, Roberto Campa Cifrián.

Campa declaró que él no conoce a Larrea personalme­nte, pero no aclaró lo bien que le sirve a sus intereses. Así actuó ilegalment­e, confundien­do a pequeños grupos de la opinión pública que se dejaron engañar, y lo hizo con una total y descarada perversida­d, pero con la real intención de confirmar el control absoluto de Larrea y algunos otros empresario­s cómplices sobre las decisiones del gobierno a través de sus nuevos gatos, como los siguen clasifican­do.

A nadie engañan, pero menos a los cientos de miles de trabajador­es y sus familias que desde hace muchos años se dieron cuenta de la sumisión, la bajeza y la podredumbr­e que existe entre los poderes económico y político de México.

Siguiendo el ejemplo anterior que ilustra lo que sucede en México con la corrupción, los mineros no se dejan

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