POR EL RESPETO A LOS MIGRANTES
El presidente Trump sigue nutriendo el odio contra los migrantes y sus comunidades y países de origen como una de las dimensiones más marcadas de sus políticas de militarización de las fronteras. Esta retórica nos recuerda que los zoológicos pertinentes están ubicados más bien en la Casa Blanca y en Los Pinos.
El peligro real es que el Estado mexicano está en vías de profundizar su complicidad en el ámbito migratorio, al intentar reposicionarse en las negociaciones del TLCAN con concesiones que hagan posible su designación como “tercer país seguro” de refugio para el creciente flujo de los solicitantes de asilo centroamericanos y de otras regiones del mundo. Esto reforzaría aún más sus tareas de contención y persecución de los sujetos humanos de la migración regional, al servicio de los supuestos imperativos de la “seguridad nacional” estadunidense por conducto del Plan Frontera Sur.
Todo esto implica profundizar el incumplimiento generalizado de las responsabilidades del Estado mexicano de proteger, promover, y defender los derechos de los migrantes en tránsito al refugio y a la hospitalidad, solidaridad, y asistencia humanitaria. Crímenes de lesa humanidad como la desaparición forzada de miles de migrantes y su asesinato extrajudicial masivo en escenarios como San Fernando y Cadereyta han sido el costo indignante de esta complicidad y corresponsabilidad estatal.
Es más crítica que nunca la convergencia, sin fronteras, en defensa de la plenitud de los derechos de las y los migrantes de ambos lados de los muros que nos han impuesto, ante las políticas y la retórica que intentan dividirnos, incluyendo la inminente separación forzosa de familias. La realización del VIII Foro Social Mundial de las Migraciones (FSMM) en Ciudad de México entre el 2 y 4 de noviembre de 2018 será un momento clave de este rencuentro.