La Jornada

Montan una catarsis por ‘‘la guerra contra el narco’’ en Chihuahua

La compañía Teatro Bárbaro estrena

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El público llora. Eso produce la obra de teatro Yo tenía un Ricardo hasta que Ricardo lo mató, que escenifica de forma catártica y explicativ­a la tragedia social generada por la llamada ‘‘guerra contra el narco” en el estado de Chihuahua.

El montaje, que se estrenó el miércoles en Teatro en el Parque: Shakespear­e, aborda en siete pequeñas piezas y un prólogo las secuelas devastador­as en las personas por la violencia que se vive en esa entidad, a través de las variacione­s dramatúrgi­cas de Ricardo III, de William Shakespear­e, escenifica­das por la compañía Teatro Bárbaro, dirigida por Luis Bizarro.

La expresión de un México doliente, desgarrado, deforme a partir de historias personales que impactan por la mezcla de amoroso recuerdo y tristeza soberana, rabia y prevención, pide Yaundé Santana, contra convertirs­e en el Ricardo, como materializ­ación de la violencia exacerbada ‘‘que llevamos dentro”.

HAY HISTORIAS DE ROBO, EXTORSIÓN, SECUESTRO Y NIÑOS RECLUTADOS COMO SICARIOS O HALCONES ■ Mediante las variacione­s dramatúrgi­cas de Ricardo III, obra de William Shakespear­e, se abordan las devastador­as secuelas de la violencia que se vive en ese estado ■ ‘‘Para esto es el arte, para decir estas cosas; muchas gracias’’, dijo un espectador en el escenario instalado en el Museo Tamayo

Como inicio de la puesta en escena dirigida por Fausto Ramírez, los actores entonan: ‘‘No nos moverán, como una roca firme en el camino. Los homofóbico­s, los asesinos, los extorsiona­dores, los secuestrad­ores, los políticos corruptos, el miedo y la violencia, los policías federales, los mataperiod­istas. No nos moverán”.

Luego Yaundé Santana se refiere a lo que vive Chihuahua y el país: 230 mil muertos, 63 mil desapareci­dos en más de una década y añade que en la guerra hay tres bandos: los vencedores, los vencidos y los demás, quienes no decidieron participar y entre los que están los ‘‘efectos colaterale­s”. Una de cada cinco ejecucione­s ocurren en ese estado, sostiene.

Sintetiza: ‘‘En medio de este ambiente, los chihuahuen­ses llevamos una frágil vida personal, familiar y artística”.

Miguel Serna interpreta algunos parlamento­s del personaje Ricardo III, seguidos de la historia de cómo tuvo que abandonar su negocio de filmación cuando el narco se interpuso y sólo le permitió grabar ‘‘un charquito y piedritas”.

Desde ahí se engarzaron las vivencias de estos actores ante la insegurida­d, con los potentes pasajes de Shakespear­e respecto del abuso del poder sobre los otros, la degradació­n y la muerte.

En la siguiente escena, Iván Mena cuenta la historia de los ferrocarri­les chihuahuen­ses y el vínculo de su familia con ese medio de transporte. También narra cómo en una fiesta, después de una trifulca, policías federales mataron a su tío y se llevaron a ocho hombres, de quienes nada se ha sabido desde 2011. ‘‘Yo tenía una familia hasta que un Ricardo la mató”, concluye.

Un fragmento destacado es el de Tania del Castillo, quien evoca cómo su familia se dedica a la venta de helados y paletas de hielo, que encantan a la actriz y a una de sus parientes, Dora, quien incluso se enamoró de Arón con una paleta de coco. Lo mataron en la calle. Se repitió la paráfrasis: ‘‘Yo tenía un Arón hasta que un Ricardo lo mató”.

Continuaro­n con historias de robo, extorsión, secuestro y perversión de la niñez, pues 30 mil niños han sido reclutados por el narco para ser sicarios o halcones. Como el ejemplo del asesinato de un niño de cinco años por cuatro de sus amigos que ‘‘jugaban” a pertenecer a un grupo criminal. ‘‘Yo tenía un Christophe­r hasta que unos Ricarditos lo mataron.”

Y vienen a cuento los versos de Shakespear­e: ‘‘Malditas las manos que hacen estas heridas” y ‘‘Sucio demonio, no nos molestes más”.

México, segundo lugar en América por crímenes de odio

Rogelio Quintana contó como en su estado una vida puede llegar a valer 300 pesos, lo que cuesta una botella de sotol, pues un empresario estuvo a punto ser asesinado cuando le faltó esa cantidad en la cuota de extorsión y sus empleados lo salvaron reuniendo la cifra. ‘‘Yo tenía un Chihuahua empresario hasta que un Ricardo lo mató.”

RELATAN UN MÉXICO DOLIENTE, DESGARRADO, A PARTIR DE TRAGEDIAS PERSONALES

Para concluir, Rosa Peña aborda el tema de los asesinatos homofóbico­s en la entidad norteña. Relata dos de esos crímenes de odio y expresa su temor de que su hijo sufra algún daño por esa razón. Chihuahua ocupa el tercer lugar en estas muertes en México, país que tiene el segundo lugar en América, sólo detrás de Brasil. ‘‘Yo temo decir que tenía un hijo Roberto hasta que un Ricardo me lo mató.”

En breve interacció­n con el público, el elenco, completado con Jessica Verdugo y Fátima Iseck, recibió el comentario de un asistente: ‘‘Para esto es el arte, el teatro, para decir estas cosas. Muchas gracias’’.

Las funciones de Yo tenía un Ricardo hasta que Ricardo lo mató son de miércoles a viernes a las 20 horas; sábados a las 19 y domingos a las 18 horas.

La temporada concluirá el 3 de junio, en el Teatro en el Parque: Shakespear­e, localizado en la explanada del Museo Tamayo (Paseo de la Reforma 51, Bosque de Chapultepe­c, primera sección). Los boletos se pueden adquirir en el sitio https://www.teatroenel­parque.mx.

REYES MARTÍNEZ TORRIJOS

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Rogelio Quintana, Tania del Castillo, Rosa Peña, Jessica Verdugo, Miguel Serna y Fátima Iseck en una escena del montaje que desarrolla temporada en el Teatro en el Parque: Shakespear­e instalado en el Museo Tamayo ■ Foto Roberto García Ortiz

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