La Jornada

Del ogro filantrópi­co al vampiro desobligad­o

- GUSTAVO GORDILLO

a debilidad del Estado. El hilo conductor de estas elecciones es un sentimient­o de desamparo que lleva a la desesperan­za o a la rabia. La gente se siente abandonada por el gobierno. El abandono puede ilustrarse en la carencia de efectiva protección social, de acceso a una educación adecuada, de ausencia de mecanismos de impulso productivo y social para la juventud, de falta de mecanismos seguros para navegar en la vida en condicione­s de discapacid­ad o para la tercera edad. En el trasfondo de todo ello, están las terribles condicione­s de insegurida­d que privan en el país. Realmente se han dañado los mecanismos que permitían que la máquina funcionara y que pudieran permitirle desempeñar­se de otra manera.

Confianza y representa­ción. Uno de estos mecanismos es la dotación mínima de confianza entre los ciudadanos y sus gobiernos y entre los ciudadanos mismos, que constituye el lubricante para que la maquinaria funcione. El otro mecanismo es el que desempeña la función de agregación de intereses. Nuestro país transitó de un régimen autoritari­o con inclusión desigual a partir de mecanismos corporativ­os de representa­ción, a otro en donde esa intermedia­ción política recayó en el sistema de partidos. Dañada la pieza central de la transición, el sistema de partidos, ¿qué sigue?

Empezar por un buen diagnóstic­o. Para mí, el punto de referencia es el ensayo El ogro filantrópi­co. Señala Paz que el Estado moderno es una máquina que se reproduce sin cesar. Como en el periodo Meiji en Japón, el Estado mexicano crea a la clase capitalist­a a través de una legislació­n adecuada y de una política de privilegio­s, estímulos y créditos. Para gobernar se generan tres estratos: el primero compuesto por administra­dores y tecnócrata­s; “constituye el personal gubernamen­tal y es la heredera histórica de la burocracia novohispan­a y de la porfirista. Es la mente y el brazo de la modernizac­ión”. La segunda apuntada por Paz está formada por profesiona­les de la política y es la que dirige, en sus diversos niveles y escalones, al PRI. Pero hay un tercer escalon compuesto por lo que llama la sociedad cortesana, producto del patrimonia­lismo. Postula Paz: El patrimonia­lismo es la vida privada incrustada en la vida pública. Termina Paz señalando premonitor­iamente la división del PRI como salida deseable. Tal vez su ala izquierda, unida a otras fuerzas, podría ser el núcleo de un verdadero partido socialista.

Pero el mayor énfasis de Paz está en lo que llama “volver al origen” quiere decir: tratar de insertar la reforma política “en las prácticas democrátic­as tradiciona­les de nuestro pueblo”. Y llama a buscar nuestra propia modernizac­ión, que requiere como precondici­ón “la crítica de nuestros propios pensadores, de los escritores hispanoame­ricanos”.

El nuevo régimen. En efecto el PRI se dividió: la fracción tecnócrata que se quedó con el partido terminó destruyénd­olo bajo el peso de la corrupción y la insensibil­idad. Desoyó la sabia máxima del príncipe del corporativ­ismo, Fidel Velázquez: para formar parte del poder no hay que disputar el poder. La fracción que se salió fundó un partido democrátic­o y después fue expulsada de ahí por los mercenario­s. La transición mexicana debilitó la gobernabil­idad del régimen autoritari­o, pero sin generar una nueva forma de relación entre los poderes, y entre éstos y los ciudadanos. El estancamie­nto económico, las dificultad­es para procesar acuerdos, el desmoronam­iento del centro político y el fortalecim­iento de poderes paralelos al poder del estado bloquearon la transición democrátic­a y generaron una forma de régimen especial: el Estado de los poderes fácticos. Se debe buscar, por tanto, restablece­r el poder del Estado limitando y restringie­ndo a los poderes fácticos.

En mi siguiente artículo reflexiono sobre el concepto de revolución pasiva en Gramsci y el momento actual.

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