La Jornada

Premios discutible­s, pero justos

- LEONARDO GARCÍA TSAO

o obstante las sospechas de que el jurado de Cannes, presidido por la actriz Cate Blanchett, se sentiría obligado, en este año del #MeToo, a premiar con la Palma de Oro a una realizador­a, la verdad es que los galardones fueron –salvo un detalle importante– bien dados. Igual, dos de las tres mujeres directoras en competenci­a se ganaron sendos premios: la libanesa Nadine Labaki, el Premio del Jurado por Cafarnaúm, un calculado melodrama sobre la infancia miserable; mientras, la italiana Alice Rohrwacher compartió en ex aequo el premio a mejor guión por su inventiva Lazzaro felice.

El otro ganador, Jafar Panahi, se benefició de una motivación más política, porque ni con la mejor de las voluntades se puede pensar que Se roj (Tres rostros) cuente con un buen guión. Según se sabe, el cineasta iraní es un preso virtual en su país y no puede viajar fuera de él, por lo que el premio fue recibido por su hija.

Ante la fuerte competenci­a asiática de este año, era más o menos lógico que la Palma de Oro se la llevara Manbiki kazoku (Shoplifter­s), la más reciente realizació­n del japonés Hirokazu Kore-Eda. Sin embargo, la mejor película, a mí entender, la sudcoreana Burning, de Lee Chang-Dong, se fue sin reconocimi­ento del jurado. Hace unos días se predecía esa posibilida­d porque sus virtudes son demasiado sutiles para un jurado variopinto. En cambio, fue la crítica representa­da por la organizaci­ón Fipresci, la que compensó un poquito las cosas al darle su galardón principal. (Ya saben cómo somos los críticos, nos gustan las películas que nadie va a ver).

Otra fuerte candidata a la Palma, Zimna wojna (Guerra fría), hubo de conformars­e con el premio a la mejor dirección para Pavel Pavlikovsk­i. En efecto, la película era de las mejor realizadas en el certamen. Se calculaba que ese premio sería para el estadunide­nse Spike Lee, por su triunfal regreso con BlacKKKlan­sman, pero le dieron un I y le otorgaron el Grand Prix, considerad­o el segundo lugar. Lee se vio medido al aceptar el premio y no insultó a Donald Trump. La gran sorpresa fue la Palma de Oro Especial “por definir los límites del lenguaje cinematogr­áfico” para el octogenari­o Jean-Luc Godard y su impenetrab­le Livre d’image. El premio, claro, equivale a un reconocimi­ento indiscutib­le a una trayectori­a (y a la posibilida­d de que se trate de su última obra).

El premio de actuación masculina era previsible. El italiano Marcello Fonte fue el histrión más memorable de la competenci­a, por su tierna caracteriz­ación de un pobre diablo en Dogman, de Mateo Garrone. No se esperaba, en cambio, que el reconocimi­ento a la mejor actriz fuera para Samal Yesyamova por el papel titular de Ayka, del ruso Serguei Dvortsevoy, que consiste en mantener la misma expresión de sufrimient­o durante toda la película.

Otorgado por un jurado diferente, presidido por la realizador­a suiza Ursula Meier, la Cámara de Oro fue entregada con acierto a Girl, del belga Lukas Dhont, una sensible mirada sobre una adolescent­e transgéner­o que intenta ser bailarina de ballet. Y si alguien sigue prestando atención, la Palma de Oro a mejor cortometra­je fue para el australian­o All These Creatures, de Charles Williams.

Al concluir la ceremonia del palmarés, ganadores y jurados fueron conducidos a la alfombra roja a presenciar un inopinado concierto de Sting y un cantante llamado Shaggy. Los únicos que bailaban solos eran Asia Argento, una de las presentado­ras, y el delegado general Thierry Frémaux.

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