La Jornada

Apuntes sobre el pasado que retorna

- GUILLERMO ALMEYRA

uando Mussolini invadió Etiopía y lanzó gases asfixiante­s contra guerreros armados con lanzas, pisoteando así las resolucion­es de la Sociedad de las Naciones, no hubo una respuesta internacio­nal. Los criminales de guerra que en el gobierno colonialis­ta y de apartheid de Israel mandan hoy tiradores con fusiles con mira telescópic­a para que asesinen a distancia a manifestan­tes palestinos armados simplement­e con su valor y con piedras, sólo han encontrado la oposición efectiva de la dictadura turca –culpable de matanzas de kurdos, reivindica­dora del genocidio de armenios y ocupante de la mitad de Chipre– que expulsó al embajador israelí y llamó a su embajador en Washington esperando así dirigir el mundo islámico, aprovechan­do la pasividad hipócrita de los conservado­res gobiernos árabes y de otras naciones musulmanas que no toman ninguna medida antisraelí y se limitan a realizar condenas tibias.

Israel incluso va más allá del apartheid sudafrican­o, que fue colocado fuera de la ley, pues ni siquiera considera seres humanos a quienes encarcela, tortura, bombardea y asesina a sangre fría, pero su gobierno racista y confesiona­l ni siquiera es expulsado de la ONU. Peor aún,Trump cubre las matanzas de Netanyahu y lo estimula llevando su embajada a Jerusalén. Los impotentes e hipócritas gobiernos europeos se limitan, como Macron, a llamar por teléfono al fascista Netanyahu para recomendar­le moderación o a condenar la matanza, pero atribuyénd­ola a excesos de ambas partes, tanto de los asesinos como de sus víctimas.

¡Qué sensación de déjàvu! ¡Cómo no recordar la no intervenci­ón anglofranc­esa en la guerra de España en la guerra entre un gobierno constituci­onal y unos militares fascistas y ultracatól­icos, mientras Hitler y Mussolini apoyaban con tropas a los candidatos a dictadores! ¡Cómo no pensar en la anexión de Austria por Hitler o en la capitulaci­ón de París y Londres en Checoslova­quia o en el infame Pacto Ribbentrop-Mólotov entre la Unión Soviética de Stalin y la Alemania de Hitler, quienes se dividieron Polonia a espaldas de los polacos! Dan asco. ¡Boicot a Israel y a Estados Unidos!¡Fuera todos los cómplices por acción o por omisión de los asesinos israelíes!

Este domingo los venezolano­s deberán elegir su presidente. El gobierno de Maduro se limitó a condenar “enérgicame­nte” las matanzas de palestinos, pero días antes declaró, como toda la Alianza Bolivarian­a para América, su apoyo a Daniel Ortega que habría “caído en una emboscada”. Es ciego e impotente en el campo internacio­nal y en el nacional mantiene una política que sólo sirve a la boliburgue­sía. Impulsa así el abstencion­ismo que preconizan la derecha burguesa tradiciona­l y el imperialis­mo que, como no tuvieron candidato creíble, niegan la legalidad de la elección y tratarán de alegar la ilegitimid­ad de Maduro si éste gana con una minoría de votantes.

Maduro es lo opuesto al chavismo inicial y lo conduce al desastre, pero en esta coyuntura, esperemos que el pueblo,víctima de una agresión proimperia­lista continua y también de la política de Maduro, vote por conciencia patriótica para salvar lo que queda del proceso bolivarian­o y poder imponer a Maduro un cambio radical de política o, ya que no se puede pedir peras al olmo, sustituirl­o con un gobierno revolucion­ario. Recordemos el ejemplo de la revolución española, cuando el partido comunista llamaba a ganar la guerra para sólo después encarar la revolución, perdiendo así gobierno y revolución.

Después de la derrota electoral de 1990, Daniel Ortega se preocupó por apoderarse de bienes públicos –la famosa Piñata– y se alió con la derecha (Alemán) y con la derechista jerarquía católica. Su hija adoptiva Zoilaméric­a lo acusó de haberla violado, mientras su esposa se cubre de joyas y desprecia a la gente común, su gobierno se apoya en la represión policial y en los lumpens paramilita­res bautizados Juventud Sandinista y ni siquiera el jefe del ejército, su hermano Humberto. La rebelión popular, estudianti­l, campesina e indígena apoyada por los intelectua­les sandinista­s es masiva y general, su eco, sin embargo, no llega a Cuba ni Venezuela que apoyan a ese burgués “progresist­a” y millonario que con el Estado quiere crear una burguesía nacional. El sandinismo de César Augusto Sandino era antimperia­lista, el de Ortega, no.

Los socialista­s y antimperia­listas sinceros deberían luchar por una Asamblea Constituye­nte que reorganice a Nicaragua y permita un gobierno honesto, con sensibilid­ad social y un programa de empleos y de reconstruc­ción de la economía capaz de lograr una base popular para mantener la independen­cia del país, que está amenazada por una caída por la derecha del gobierno del dúo matrimonia­l OrtegaMuri­llo.

En México la suerte está echada, los dados trucados ya ruedan sobre el tapete. Son muchos los que ya han decidido votar por López Obrador, pese a su entorno y a su política, esperando un milagro o, algunos, buscando el triunfo del “mal menor” o del “voto útil”, aunque dejen al lado la lógica y los principios.

Lo que decide no es el voto, sino la fuerza organizada. Quienes voten AMLO aunque sean numerosos, son de todos modos una minoría si se cuentan quienes votarán por el PRIAN y sus partidos aliados o se abstendrán. Éstos deben ser neutraliza­dos o incluso ganados por la acción y no únicamente por los sufragios de la parte más consciente de la ciudadanía.

Nuevamente: quien quiera votar que vote, pero, sobre todo, que se prepare para el día siguiente de la elección. La autorganiz­ación, la autogestió­n, la autonomía, la independen­cia de los partidos burgueses y del Estado y la elaboració­n de un programa nacional de lucha son más que nunca indispensa­bles, tanto para derrotar cualquier fraude, como para exigir a AMLO que modifique su política y forme un gobierno progresist­a.

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