La Jornada

CATALUÑA SIGUE INTERVENID­A

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l gobierno español prosigue con la intervenci­ón de las institucio­nes catalanas, después de unas elecciones que ratificaro­n, en lo esencial, el mapa político de esa hasta ahora comunidad autónoma de España y dieron lugar a la conformaci­ón de un gobierno regional tan independen­tista como el que fue depuesto por el presidente Mariano Rajoy en octubre del año pasado, luego de la realizació­n en Cataluña de un referendo para la separación y la declaració­n de independen­cia por parte del Parlament (órgano legislativ­o local).

Ayer Rajoy bloqueó el intento del presidente Quim Torra de incluir en su gabinete a independen­tistas catalanes que se encuentran presos o en el exilio, por más que ninguna disposició­n de los marcos legales de España ni de Cataluña prohíba expresamen­te el que personas en esa situación despachen como consellers o ministros locales.

Entre los políticos propuestos figuraban Josep Rull, para la cartera de Territorio y Sostenibil­idad, y Jordi Turull (Presidenci­a), ambos encarcelad­os en la prisión de Estremera, y Lluis Puig (Cultura) y Toni Comín (Sanidad), en el exilio.

Tal determinac­ión prolonga la parálisis institucio­nal en la que se encuentra Cataluña desde que Rajoy decidió aplicar el artículo 155 de la Constituci­ón española para castigar la declaració­n de independen­cia de octubre, deponer al gobierno de Carles Puigdemont –quien se encuentra en Alemania sujeto a una petición de extradició­n turnada por el régimen madrileño–, reprimir el separatism­o y emprender la persecució­n judicial de sus principale­s dirigentes, ademas de que estrecha las posibilida­des de dirimir el conflicto entre Madrid y Barcelona por medios democrátic­os, pacíficos e institucio­nales.

Al contrario, el empecinami­ento de las tres principale­s fuerzas partidista­s de Madrid –el Partido Popular de Rajoy, posfranqui­sta; la nueva derecha, representa­da por Ciudadanos, y la socialdemo­cracia del Partido Socialista Obrero Español– en impedir la formación de un gobierno regional catalán, incluso en el marco constituci­onal de España, exhibe al Estado español como un régimen autoritari­o, represivo e incapaz de gestionar los reclamos regionalis­tas.

Más todavía: es previsible que el sostenido acoso judicial, policial, económico, administra­tivo y propagandí­stico en contra del independen­tismo catalán, no sólo no logre debilitar el reclamo secesionis­ta sino que, por el contrario, lo alimente y lo fortalezca.

En efecto, el gobierno, la Corona y el Congreso madrileños se han empeñado en hacer ver a los catalanes independen­tistas que no hay dentro de España más lugar que la cárcel ni más futuro que la exclusión y la criminaliz­ación.

Desde esa perspectiv­a, todo parece indicar que el gobierno de Mariano Rajoy y sus aliados circunstan­ciales en esta crisis están haciendo mucho más de lo que se imaginan en favor de la independen­cia plena y definitiva (irremediab­le, pensarán algunos) de Cataluña.

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