La Jornada

La derrota de Omar Chávez me recordó al Junior, expresa su entrenador y tío

“Hijo de la fregada; salió con la pólvora mojada, creímos que iba a noquear y no hizo nada”

- JUAN MANUEL VÁZQUEZ

La derrota de Omar Chávez ante el argentino José Carlos Paz revivió una película no tan vieja. Una vista apenas hace un año, cuando su hermano, el Junior, estático y sin meter las manos, fue apaleado por Canelo Álvarez.

Rodolfo Chávez, tío y entrenador de Omar, reconoció que anoche en Durango, mientras veía cómo su sobrino recibía golpes gratuitos sin ningún intento de esquivarlo­s, recordó las imágenes de un Junior abatido y decepciona­nte.

“Hijo de la fregada, era como volver a ver esa pelea del Junior”, dice Rodolfo un día después de la derrota; “me lo recordó, salió con la pólvora mojada, tenía que salir a fajarse y hasta pensamos que iba a noquear, pero no hizo nada”.

Era desesperan­te –cuenta– ver al sobrino contra las cuerdas, mientras el argentino lo tundía con paciencia, se tomaba tiempo para elegir el sitio donde quería aterrizar el puño sin que Omar hiciera algún atisbo de defensa.

“Era como si se dejara golpear”, exclama; “no sé qué le pasó porque había entrenado muy bien y planeamos bien la estrategia, pero a la hora de la hora se quedó ahí, quietecito”. “Pa‘ qué voy a echar mentiras, lo han hecho mal; la gente no merece que le mientan”, dice Rodolfo Chávez sobre los hijos de su hermano Julio César

Al finalizar el combate, el rostro de Omar estaba lastimado, inflamado en la nariz y pómulos. El ganador, José Carlos, estaba eufórico, abrazaba a todos en el cuadriláte­ro, incluso acudía con frecuencia con el menor de los

Chávez para felicitarl­o. Omar le devolvía la cortesía distante, como si quisiera marcharse del lugar lo antes posible.

“Omar me dijo que no lo puso mal ningún golpe”, cuenta Rodolfo; “le dije: no es que te pongan mal, pero recibiste mucho, podías haberlo evitado. Omar pensó que la pelea merecía un empate; ya no le quise decir nada más, para qué”.

El entrenador tampoco quiso decirle nada a su hermano, Julio César Chávez padre. Prefirió guardar silencio cuando vio que bajó enojado ante la pasividad de su hijo en la pelea.

“El papá se desespera”, admite el entrenador; “ya está muy harto de que no reaccionen. No quise decirle nada para no echarle gasolina al fuego”.

Después de las dos derrotas consecutiv­as de Omar y la que sufrió en mayo pasado el Junior ante Canelo, Rodolfo reconoce estar desconcert­ado. Incluso no se atreve a afirmar si recuperará­n la pasión para retomar con entusiasmo sus respectiva­s carreras.

Chávez Junior incluso hace planes para volver pronto. Ya se lo comunicó a Rodolfo y la próxima semana lo incorporar­á a su equipo de entrenamie­nto en Tijuana.

“Pa’ qué voy a echar mentiras, lo han hecho mal; la gente no merece que le mientan”, suelta Rodolfo; “a mí también me desgasta todo esto, porque estoy trabajando meses con ellos y subo a la esquina, no sólo es la chamba de boxeo, también son mi familia”.

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