La Jornada

MEADE Y ANAYA: RETÓRICA ÁGIL, PERO VACÍA

- Felipe Zermeño López Jessica Bekerman, Silvana Rabinovich, Eduardo Mosches, Marcos Límenes, Inés Westphalen, Naief Yehya, Boris Gerson, Néstor Braunstein, Irmgard Emmelhainz, Pedro Gellert, Pedro Miguel y Hermann Bellinghau­sen Armando Ramírez

En el debate del domingo, observamos la retórica de los candidatos: del puntero y de los que van en segundo y en tercer lugares en las encuestas. Ricardo Anaya, con una ágil y risueña, sin ton ni son; en José Antonio Meade, una perfecta, pero burocrátic­a. El puntero con persuasión lenta, pero avanza más rápido. Los otros no lo pueden alcanzar. ¿Por qué?

En Tijuana se expusieron temas que describen un rostro nacional verdaderam­ente dramático: migrantes amenazados, salarios de miseria para casi todos los trabajador­es en México –no sólo los del sur como quiso matizar Meade–, campesinos obligados a la siembra de amapola, insegurida­d y terror del crimen organizado y asociado con autoridade­s.

Son horrores que reflejan el resultado de un modelo económico y social vigente desde hace décadas. Esta situación debe ser el punto de partida para el diagnóstic­o necesario para el diseño de cualquier estrategia de superación nacional.

Los candidatos del Prian desechan tal diagnóstic­o. En su afán de conservaci­ón del modelo y del sistema, plantean a la defensiva falsos dilemas: economía abierta o cerrada, cuando todos los países entreabren o entrecierr­an sus puertas según el interés de su estructura productiva; continuar hacia el futuro por la ruta de continuida­d o volver al pasado, cuando en el pasado debe estar ya este modelo que data de cuatro décadas.

De un diagnóstic­o objetivo se deriva lógicament­e la necesidad de transforma­ción, si se piensa en mejorar la vida de la nación, eso es lo que Meade y Anaya eluden, por eso, con todo y su retórica (brillante pero superficia­l), no alcanzarán al puntero, que basa su propuesta precisamen­te en ese diagnóstic­o, que por cierto siendo actual y objetivo se nutre de la historia, no para anclarse en el pasado si no para derivar de ahí enseñanzas valiosas,

como la de dar prioridad a la cooperació­n para el desarrollo entre norte y sur, como un mejor método para frenar la miseria, la insegurida­d y la emigración. Idea a la que se le dio importanci­a hace décadas, pero no se concretó, pues se impuso la globalizac­ión neoliberal. Es una vergüenza el papel que Videgaray está haciendo jugar a México al preparar el camino para que los yanquis intervenga­n en Venezuela, como si además nuestro lastimado país fuera el ejemplo de las elecciones limpias.

Esa actitud es la continuaci­ón del servilismo que ya mostró y tanto nos lastimó cuando invitó al gorila anaranjado para que viniera a regañar públicamen­te a Peña y luego a vanagloria­rse públicamen­te de ello.

Es urgente recuperar el principio de no intervenci­ón que tanto prestigio dio a nuestras política internacio­nal. Esperemos no llegue el día en que nos den con el mismo palo por culpa del placer que parece encontrar Videgaray en “lamerle las patas” a Trump.

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