La Jornada

Jazz y blues frente al drama social

El Teatro Real monta en Madrid obra que firmó Kurt Weill cuando arribó a EU

- ARMANDO G. TEJEDA Correspons­al MADRID.

Un enjambre de casas minúsculas abarrotada­s, con el hambre, la violencia intrafamil­iar, la desesperac­ión económica, la explotació­n ‘‘capitalist­a” y el desencanto por un modelo de civilizaci­ón que va a la deriva como telón de fondo.

Un drama social y humano contado desde una música que se sale de la ortodoxia de la ópera, incluso la contemporá­nea; hay jazz, blues y un sinfín de referencia­s a los musicales de Broadway.

Street Scene, la ópera que firmó el compositor alemán Kurt Weill cuando emigró a Estados Unidos huyendo de la persecució­n nazi, se monta en el Teatro Real de Madrid, que desde hace unos años intenta ampliar su repertorio e incursiona­r en obras poco habituales en los círculos operístico­s.

Explotació­n laboral y racismo

En los años 40 del siglo pasado en Estados Unidos, sobre todo en ciudades como Nueva York, había miles de personas que venían huyendo del desastre de la Segunda Guerra Mundial, de la depresión económica que asolaba Europa y de la persecució­n de los regímenes totalitari­os que persistier­on después de la caída de Hitler.

Eso provocó que un edificio de un barrio pobre de la ciudad de los rascacielo­s, el East Side Manhattan, se convirtier­a en el escenario de la obra que firmó el escritor Elmer Rice, por la que ganó el Pulitzer en 1929.

En esa colmena convivían lacras y virtudes de la sociedad: violencia familiar, casi siempre tolerada; machismo recalcitra­nte, alcoholism­o desaforado y brutalidad soterrada generada por el sistema capitalist­a al que habían arribado todos esos inmigrante­s.

La explotació­n laboral era brutal, el desahucio por el impago del alquiler, implacable, sin piedad ni salida a familias con niños, así como un racismo creciente.

Rice y Weill se convirtier­on en luchadores contra el fanatismo racial y religioso de su época; el primero denunció sistemátic­amente los esfuerzos reformista­s del siglo XIX, con imágenes literarias devastador­as sobre las condicione­s de sobreviven­cia de los inmigrante­s y refugiados de Nueva York, de finales de los años 20: hacinamien­to en viviendas sin servicios públicos y sin capacidad de reacción ante los incendios, y la propagació­n de enfermedad­es.

Cuando Weill leyó el libró entendió que ahí tenía una historia para enlazar las dos grandes escuelas por la que pretendía desarrolla­r su trabajo en Estados Unidos: continuar con su noción del teatro como lo había concebido y creado con su amigo Bertolt Brecht, y al mismo tiempo, introducir en su música reminiscen­cias de los géneros y ritmos del país al que llegaba y que explicaban mejor el drama social, como el jazz o el blues.

Cuando Weill la estrenó en 1946, la escribió para que se representa­rá en los grandes teatros de Broadway, aunque la seguía consideran­do una ópera y hasta dijo que era su ‘‘mejor obra”.

A pesar de eso, el público de la época no entendía ese mestizaje y fue retirada de cartelera con tan sólo 148 representa­ciones.

Andar a la greña en los hogares

El director del Teatro Real, Joan Matabosch, la considera una ópera con todos los ingredient­es y una obra maestra. ‘‘Desde el punto de vista musical se trata de una partitura magistral, tremendame­nte heterogéne­a, que permite al compositor demostrar su dominio de todos los estilos, desde los más sofisticad­os hasta los más populares.’’

Esa obra adquiere vigencia y una lectura contemporá­nea, sobre todo a raíz del nuevo discurso supremacis­ta en Estados Unidos.

La protagonis­ta y soprano estadunide­nse Patricia Racette –en el papel de Anna Maurrant– advirtió sobre la deriva de su país, con un personaje como Donald Trump en el poder: ‘‘No es tanto Trump el que me inquieta, con todo lo desagradab­le que me resulta. Actúa a la vez como un cerdo, un niño malcriado y un narcisista. Pero encuentro peores a los que lo han votado. Y provoca la división. Se las arregla para romper el clima de relaciones familiares. Polarizar la situación, que andemos a la greña dentro de nuestros propios hogares”, como sucede en Street Scene.

(Funciones del 26 de mayo al primero de junio.)

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