La Jornada

El alpinista Carlos Soria asegura que la edad no es obstáculo para cumplir retos

A los 79 años, planea subir dos cumbres que le faltan de las 14 montañas más altas

- JUAN MANUEL VÁZQUEZ

Un viento temible le impidió conquistar la cumbre del Dhaulagiri, en la cordillera del Himalaya. Carlos Soria, alpinista español de 79 años de edad, tendrá que esperar la próxima primavera para intentar por novena ocasión esta caprichosa montaña. Es la penúltima de su propósito de convertirs­e en el montañista de más edad en subir las 14 cimas más altas del mundo.

Desde el campo base del Dhaulagiri, Soria habla por un teléfono satelital con la jovialidad y el ánimo de quien salió de día de campo con sus mejores amigos y la lluvia les arruinó el domingo. Ni amargura ni frustració­n se perciben en su voz.

“Es la octava vez que vengo y no ha podido ser, habrá que intentarlo en otra ocasión”, cuenta el célebre montañista; “tampoco es tan grave, yo lo paso muy bien en la montaña, a pesar de no llegar a la cumbre; nunca me he ido a casa enfadado”.

Los montañista­s suelen acechar la cumbre con paciencia de cazadores. Mientras reciben reportes climatológ­icos, esperan el momento para atacar. A veces pueden estar a nada de la cima, pero es preferible meter marcha atrás y no arriesgar la vida. Soria suele decir que el alpinismo es una práctica arriesgada en la que a sus casi 80 años nunca ha estado en riesgo.

Esta vez no hubo titubeos a la hora de decidir el regreso sin cumbre. El clima, con nevadas persistent­es y viento impetuoso, fue el que les impidió a casi 30 alpinistas y 15 sherpas llegar a los 8 mil 167 metros de la cima.

“Hay montañas en las que se sube a la primera; esta no es así”, dice Soria para restar dramatismo; “el día que intentamos ir a la cumbre, había que probar, pero cuando llegamos arriba de 7 mil metros el viento sopló de manera brutal; hubo mucha confusión y decidimos que habrá que intentarlo en otra ocasión”.

“Hoy sólo estoy fuertecito”

A su edad lo único que no se permite es la prisa. Mientras otros adultos mayores pasan las tardes en el parque, este tapicero retirado hace planes con vistas a la próxima temporada para intentar culminar las 14 cimas con más de 8 mil metros de altura. Aún tiene en la lista de pendientes el Dhaulagiri y el Shisha Pangma. No hay alpinista que sea un optimista genuino.

Apenas en febrero de este año, Soria reconocía que no tenía “ni un duro” para esta expedición. Poco después, contaba con el patrocinio suficiente para emprender esta aventura en un mundo que parece cada vez más desprovist­o de emociones.

“La edad no es problema para plantearse retos y cumplir ilusiones, lo que puede complicarl­o es el estado físico, pero no los años que tenemos”, asegura Soria con ímpetu contagiado; “a los 70 años era fuertísimo, hoy sólo estoy fuertecito. La edad no me ha impedido hacer lo que quiero, de hecho me sirve para atraer la atención de posibles patrocinad­ores, pues no es común la gente de mi edad en las montañas. Pero, hay que decirlo, cada vez hay más gente mayor que quiere cumplir nuevas ilusiones”.

Hace más de medio siglo que montó una Vespa junto con un amigo para viajar al Pirineo y escalarlo. Lo hicieron en condicione­s precarias, sin equipo especializ­ado e improvisan­do ropa para el frío. No hay que olvidar que Soria se sostuvo toda la vida del oficio de tapicero, y se hizo unos pantalones con el terciopelo de unas cortinas sobrantes. Desde entonces no ha parado. En España es un fenómeno y diarios como el New York Times le han dedicado reportajes en los que asombra al mundo como un abuelo extremo.

“Nunca he vivido de la montaña”, advierte con la dignidad de quien vive con pasión pura; “he vivido de mi oficio como tapicero, trabajé desde los 11 años hasta los 65 años que me jubilé, pero mi pasión por la montaña aquí está, intacta. Entreno mucho, monto en bicicleta y esquío. Además, toda mi familia está conmigo, incluso a esta expedición me acompañaro­n un par de mis nietos que están empezando”.

Si algo ha cambiado en medio siglo, medita Soria, son los motivos por los que un individuo emprende una aventura desaforada. Los hay quienes aún quieren mirar más allá o llegar más alto que el resto de los mortales, pero asegura que cada vez abundan más oportunist­as, personas que sólo buscan beneficios o engordar el ego.

“Hay gente alienada que quiere la cumbre al precio que sea, aun sin disfrutar el proceso”, reflexiona; “cada vez se miente más en la montaña, se exagera lo que se hace; es un engaño no sólo para el mundo, sino para ellos mismos. Eso es una verdadera pena”.

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El español Carlos Soria lamenta que haya gente “que quiere la cumbre al precio que sea, aun sin disfrutar el proceso”, y reflexiona que “cada vez se miente más en la montaña” ■ Foto cortesía del alpinista

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