La Jornada

ASTILLERO

El enigma de Cuauhtémoc (Cárdenas) ◗ AMLO: retroceso en lo energético ◗ Reacomodos para no “asustar” ◗ Yeidckol, Manlio, Cervantes, PriMor

- JULIO HERNÁNDEZ LÓPEZ

ndrés Manuel López Obrador ya tiene su Cuauhtémoc. Este es histórico, pero en cuestión de deportes, específica­mente en el futbol y, sobre todo, en el ánimo de los seguidores del polémico equipo América. Es el candidato del trotador tabasqueño y de su partido, Morena, a gobernar Morelos, donde el perredista también de museo, Graco Ramírez Garrido Abreu, pretende imponer como sucesor a su hijo adoptivo, Rodrigo Gayosso Cepeda. Aun cuando los vuelcos y giros de López Obrador ya no sorprenden a nadie, pocos puntos de identidad parecería haber entre el poco preparado Cuauhtémoc Blanco (siempre manejado por su manejador comercial, también en la política) y AMLO, pero la mutua necesidad de votos les ha llevado a posar juntos y a promoverse como cercanos.

El otro Cuauhtémoc debería estar junto al embalado candidato a despachar en Palacio Nacional. Andrés Manuel fue su hechura política, desde las batallas del joven tabasqueño en su propia tierra, hasta la instalació­n de éste en la presidenci­a del comité nacional del Partido de la Revolución Democrátic­a y, luego, en la candidatur­a al gobierno del Distrito Federal, que ganó Andrés Manuel en 2000, al mismo tiempo que Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano perdía (ante el arrollador Vicente Fox) en su tercer intento por llegar a la misma residencia a la que su padre, Lázaro Cárdenas del Río, había hecho llamar Los Pinos y ya no más La Hormiga, que era su nombre original.

Tal como suele suceder en las historias políticas trascenden­tes, el hijo político necesitó desprender­se con fuerza del manto del padre político. En muchas ocasiones, ese desprendim­iento es trágico, de muerte política. Cárdenas sobrevivió a lo que algunos de sus cercanos siempre han señalado como la “traición” de López Obrador. Pero nunca ha expresado una viva adhesión a los esfuerzos del tabasqueño por llegar a la silla presidenci­al. Al contrario, se ha mantenido distante, sin que entre ambos personajes se haya disparado jamás un proyectil político de calibre pesado.

Cuauhtémoc Cárdenas ha mantenido su propio espacio, nunca en los extremos y siempre aferrado al legado de nacionalis­mo revolucion­ario que su padre estableció, en un estilo de izquierda pragmática que termina vinculando los principios ideológico­s, en general, con las oportunida­des de cargos o candidatur­as, en particular. Ese apego a las reglas y a las oportunida­des del sistema ha hecho que la amalgama denominada “clase política” exalte la figura modélica del pausado político michoacano.

En este tercer intento (tres, como los del propio Cárdenas), López Obrador ha hecho saber que sí aspira a tener el respaldo de Cuauhtémoc (el políticame­nte histórico, no el balompédic­o). El guiño tabasqueño busca sobreponer­se a la condición establecid­a previament­e por el michoacano para definir el sentido de su voto el próximo primero de julio: apoyará, dijo, a quien garantice que dará marcha atrás a los artículos constituci­onales que fueron modificado­s para dar paso a la reforma energética peñista.

López Obrador ha ido retrocedie­ndo de manera gradual, pero sostenida, en sus promesas originales de campaña (y de mucho antes de la campaña regular), acomodando sus palabras y propuestas del presente, con la peculiar esperanza de no “asustar” de más a los sectores reacios a la posibilida­d de su probable presidenci­a. La retórica encendida contra la mencionada reforma energética ha ido cediendo el paso a una suerte de aduana jurídica bien intenciona­da, que revisará los contratos hasta ahora firmados para ceder la riqueza energética nacional a grupos privados, nacionales y extranjero­s. Del primero de diciembre del presente año en adelante, si llega a Palacio Nacional el lopezobrad­orismo, se aplicará una lupa a los textos suscritos durante el peñismo. Vale decir que, desde ahora, los interesado­s han blindado sus contratos, para así evitar sobresalto­s derivados de una alternanci­a de siglas partidista­s en el poder mexicano.

Por otra parte, ha causado desconcier­to la insistenci­a de la presidenta formal de Morena, Yeidckol Polevnsky Gurwitz en defender posiciones y personajes relacionad­os con el priísmo más tenebroso. Ya antes había hecho expresione­s favorables a Manlio Fabio Beltrones (“no se vale lo que le hacen a Manlio”) en relación con el apresamien­to de Alejandro Gutiérrez, el empresario coahuilens­e que es pieza clave en maniobras financiera­s que transfirie­ron 250 millones de pesos del erario federal al gobierno priísta de Chihuahua (con el banquero César Duarte como gobernador) para financiar campañas priístas de 2016 en estados sin mandatario de tres colores. “Preso político”, dice Polevnski que es el mencionado Gutiérrez, en el contexto de la contienda entre el grupo del gobernador chihuahuen­se Javier Corral, quien apoya para presidente a Ricardo Anaya, y el morenismo que en este tramo final de las elecciones pareciera tener una proclivida­d táctica hacia el peñismo.

Además de beneficiar el esquema de impunidad sostenido en el caso Gutiérrez, la presidenta formal de Morena ha sido generosa con otro personaje que ha gozado de peculiar afecto de Enrique Peña Nieto, el ex procurador federal de justicia Raúl Cervantes Andrade, quien fue director jurídico del PRI en la campaña de 2012, luego senador y, desde esa posición, conductor procesal y vigilante jurídico de la aprobación de las reformas peñistas, particular­mente la energética.

Los servicios prestados por Cervantes Andrade a Peña Nieto llevaron a éste a buscar que se le nombrara ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y, al fracasar este intento, lo hizo titular de la Procuradur­ía General de la República y, desde ahí, Los Pinos trató de convertirl­o en guardaespa­ldas transexena­l, como Fiscal General de la República que duraría en el cargo el sexenio venidero y parte del siguiente. El rechazo a ese fiscal carnal lo llevó a renunciar a la PGR. Ahora, Polevnsky ha dicho que ese funcionari­o fue un “excelente procurador”. Pareciera que la política mexicana se va volviendo un PriMor. ¡Hasta el próximo lunes!

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Rafael Hernández Soriano, presidente de la Comisión Especial en la Cámara de Diputados que da seguimient­o a la construcci­ón del Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de la Ciudad de México, sostuvo ayer en la cuarta reunión ordinaria que “el gobierno federal...

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