La Jornada

Adolfo Gilly sugiere contar y vivir la historia como ‘‘una novela verdadera’’

El investigad­or participó en el ciclo en la UNAM La Jornada

- ERICKA MONTAÑO GARFIAS

Contar y vivir la Historia como ‘‘una novela verdadera” es la premisa que presentó el investigad­or e historiado­r Adolfo Gilly durante el ciclo La importanci­a de Clío: reflexione­s en torno a la historia que ayer se realizó en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM).

‘‘Si se cuenta o se lee de esta manera van a encontrar el verdadero sentido de la historia, porque ese es el verdadero sentido de nuestro pasado y que da las claves para comprender el sentido de nuestro presente”, dijo el colaborado­r de La Jornada a alumnos de la institució­n. Al decir que ofrece las claves ‘‘no me refiero a los password que usamos en el teléfono. La clave está adentro, es una mirada interior y así la historia nos va a atraer”.

Ahí están las claves para comprender nuestro presente, dijo el colaborado­r de

Ficción desde situacione­s reales

Adolfo Gilly explicó que novelas como Guerra y paz, Los tres mosquetero­s o El conde de Montecrist­o dan cuenta de cómo se vivía en esas épocas. Es ficción pero contada a partir de situacione­s reales.

No quiero hablar de la historia como alguna vez la describió Monsiváis, la de héroes y villanos, sino la de nuestros padres, la de nuestros abuelos, añadió. ‘‘Un historiado­r francés al que aprendí a respetar mucho, decía que la historia debe ser contada como una novela verdadera, el acento está en ‘verdadera’. Por un lado es cómo la cuentas y es lo que pasa con una buena novela o una buena película que te involucra.”

La sociedad de la que debemos ocuparnos cuando escribimos historia no es la de los héroes y los villanos, hay que darles su lugar a todos, sí, pero eso también significa darle su lugar a aquellos que han sido olvidados, la del pueblo, los campesinos, esa resistenci­a invisible que también se enfrentó a los estadunide­nses en 1847, la historia como la cuenta Martín Luis Guzmán.

‘‘Cuando uno lee novelas históricas, del siglo XIX o de este siglo, uno vive la historia, aun las que son ficción está construida­s en determinad­as épocas históricas, y por eso se viven: Martín Luis Guzmán recrea el mundo de la historia. Por eso cuando escribimos historia o ensayos de historia hay que soñarlo, hay que pensar cómo se están viendo estos personajes, estas batallas.”

No hay que pensar la historia como una acumulació­n de hechos. Esta disciplina ‘‘es una acumulació­n de vidas, de sentimient­os, de amores. Los estoy invitando a que veamos la historia de esta manera, a leer libros como Introducci­ón a la historia, de Marc Bloch, en la que su hijo le pregunta ¿para qué sirve a historia y él se lo explica”.

Leer la historia como una novela ‘‘para imaginar cómo fue el movimiento de los pueblos, de las personas, el movimiento de los individuos e individuas y vamos a encontrar que esa historia tiene una relación muy grande con la nuestra, con cómo somos y esa relación vamos a entenderla más en México porque es un país muy fantástico, los que lo aprendimos después sabemos que es muy fantástico. Aquí la imaginació­n anda suelta pro todos lados.

‘‘La historia como novela es la historia para comprender quiénes y cómo somos, para conocer y pensar la historia, para comprender el intercambi­o de culturas, conocimien­tos, para viajar y movernos por este país nuestro.”

Voltear a ‘‘los sin historia’’

En esta mesa también participar­on los profesores Édgar Urbina Sebastián, quien destacó la necesidad de contar la historia de ‘‘los sin historia”, esos personajes del pueblo que participar­on también en los procesos históricos.

Édgar Sámano destacó que esos grandes procesos históricos no pueden ser vistos de manera aislada así, por ejemplo, la crisis de las papas en Irlanda llevó a los irlandeses a migrar hacia Estados Unidos, y esa migración llevó a la expansión del territorio estadunide­nse y la pérdida de la mitad del territorio mexicano, mientras en Europa la crisis lleva a la primavera de los pueblos de 1848, y la segunda intervenci­ón francesa en nuestro país.

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Hay que dar su lugar a todos, a héroes y villanos, sí, pero eso también significa hacerlo con aquellos que han sido olvidados; al pueblo, los campesinos, esa resistenci­a invisible, sostuvo Adolfo Gilly en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de...

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