PENULTIMÁTUM
Rodolfo Morales
l pintor Rodolfo Morales (1925-2001) es un ‘‘constructor de pueblos. Y si su punto de partida es un sitio específico de Oaxaca, de campesinos, comerciantes y artesanos, esto pronto se olvida”, escribió Carlos Monsiváis.
Y prueba de ello es la recreación pictórica que hizo del paisaje humano y natural en las paredes, el techo y las cinco puertas de madera del salón de cabildos del palacio municipal de Ocotlán, donde el artista nació. Los realizó en dos etapas: en 1954-1955 al fresco y en 1979-1980 en acrílico, sobre muro de adobe. Miden 400 metros cuadrados.
Pero la que por su dimensión es la obra más importante de Morales, estaba a punto de perderse por la humedad proveniente del techo y el subsuelo y la falta de mantenimiento. Hace un año, en visita al lugar, Félix Piñeiro, de la Fundación Alfredo Harp Helú, Alberto Morales, presidente de la Fundación Rodolfo Morales, y el artista Ariel Mendoza, señalaron la urgencia de restaurar todo el conjunto antes de que la humedad y otros factores lo destruyeran por completo.
Desde 2015 hubo reuniones con las instancias de cultura y legislativas del estado de Oaxaca y de Ocotlán, a fin de reunir los fondos requeridos para garantizar el buen estado de una obra que Morales siempre mostró con orgullo a quienes lo visitaban.
Por fortuna, los recursos requeridos para tal labor finalmente se obtuvieron gracias a los apoyos de las fundaciones Harp Helú y Morales, y las mencionadas dependencias oficiales y legislativas.
Los trabajos incluyeron obras de ingeniería para resanar grietas y fisuras a fin de evitar que la humedad destruyera en el futuro los murales. Además, se retiró el piso de cemento y duela, dejando el original, de ladrillo.
El trabajo más delicado fue la restauración, pues la pintura estaba severamente afectada por la presencia de efloraciones salinas y la pérdida de parte de la obra, la alteración cromática y la acumulación de humedad y polvo. Fue un proceso que exigió la limpieza del mural mediante brocha de pelo suave y plumero artesanal, hasta el empleo de productos orgánicos a fin de eliminar impurezas de difícil remoción. También se restauró la decoración de las cinco puertas de madera del salón de cabildos.
En referencia a este mural, Monsiváis escribió que Rodolfo Morales muestra en él ‘‘la variedad de oficios que concentra la mano y la mirada: es alcalde, cronista, retratista de grupos y de solitarios, testigo, encargado del censo, maestro de escuela y relator de aquello que tan se ha ido perdiendo que sólo lo encontramos a la vuelta de la esquina”.
Gracias al mecenazgo de Morales, se recuperaron varios tesoros artísticos en iglesias y conventos de Oaxaca. Lo menos que merecía el pintor era, entonces, que sus murales recuperaran todo su esplendor. Enhorabuena. l surrealismo en Leonardo da Vinci sugería que en una pared se observaba cómo surgían formas y técnicas de frottage, fruto de su técnica en la que se podían ver dos imágenes en una sola configuración. Tan complicado, en especial, como la vida mexicana en tiempos electorales, futboleros y de violencia. Hasta parece que Leonardo vivió en México. Imágenes empalmadas en una sola configuración en tiempos y espacios que no son lineales parece ser nuestro destino. Lo contrario de la cultura occidental.
Sigmund Freud nunca pudo aclarar lo que es y lo que quiere el surrealismo. En cambio, en su magistral trabajo sobre Leonardo da Vinci, Freud se centra en un recuerdo infantil y nos muestra no sólo un acucioso análisis de la personalidad del genio, sino la admiración que Freud sentía por él. Así, escribe: ‘‘Desde que se evocan las pinturas de Leonardo, pronto surge en nuestra memoria la sonrisa singular, enigmática, aquella que anima una especie de encantamiento, esos labios de las figuras femeninas”. ¿Cuál es el secreto de esta extraña sonrisa que colocó a la Gioconda en la gloria universal? Freud va a esforzarse en descifrar el enigma a partir del solo recuerdo que Leonardo había aportado de su infancia.
‘‘Me parece haber sido destinado a ocuparme particularmente del buitre, pues uno de mis primeros recuerdos de infancia es que estando aún en la cuna, un buitre vino a mí, me abrió la boca con su cola y me pegó varias veces con ella en los labios”. A través de este recuerdo, que tendría más bien, en la vida adulta de Leonardo, el efecto de un fantasma, Freud intenta un análisis y una demostración mediante la cual trata de explicar no sólo dos obras de arte (la Gioconda y la de Santa Ana y la Virgen), sino también tratar de entender