Leonardo en México
toda su personalidad y las singularidades de su destino.
‘‘La evocación de una obra no es, la mayor parte del tiempo, para Freud” más que el pretexto para un desarrollo de orden sicoanalítico. En la célebre carta donde relata Romain Rolland su viaje a Atenas, no dice palabra, ni de las columnas del Partenón ni de la procesión del Panatenea. Delante de la Acrópolis lo invadió un sentimiento de duda e irrealidad, que él atribuye a su culpabilidad de considerar a su padre muy pobre e inculto para haber comprendido la magnificencia de tal lugar. ‘‘Todo pasa como si lo principal en este suceso fuera a ir más lejos que el padre y a la vez como si estuviera prohibido sobrepasarlo.” Aprovecha también este suceso para disertar sobre el mecanismo de la denegación.
Muestra de que siempre privilegió la interpretación y las fuentes inconscientes de la obra es la carta que dirige a André Breton el 26 de diciembre de 1932: ‘‘Aunque yo haya recibido tantos testimonios de interés por parte de usted y sus amigos a mis investigaciones, yo mismo no estoy en un estado de poder aclararme lo que es y lo que quiere el surrealismo. Puede ser que no esté haciendo nada para comprenderlo, yo que estoy tan alejado del arte”.
Pensar que podamos alcanzar, tras el análisis de obra de arte, la verdad freudiana, sería una utopía, pues el mismo Freud habló de la construcción y reconstrucción de historias, a sabiendas de que siempre hay un plus que se escapa, que se nos va de las manos. Fundamentalmente sus conceptualizaciones del ‘‘yo” y