La Jornada

¿LA FIESTA EN PAZ?

Triunfan en La Florecita la ganadería de El Grullo, Héctor Gutiérrez y el varilargue­ro Carlos Domínguez ◗ Exitosa presentaci­ón de un libro ideal para antitaurin­os

- LEONARDO PÁEZ

e gran taurinismo y torería debe calificars­e la primera de las cuatro novilladas anunciadas en la plaza de La Florecita, de Ciudad Satélite. Abrió plaza Colega, astifino y terciado o discreto de presencia, que de inmediato confirmó lo que todo buen aficionado sabe: el exceso de trapío, cornamenta y kilos no sustituye a la bravura, esa cualidad de algunos toros que se traduce en embestidas prontas y rectas, repetir éstas, pelear en el caballo tras acometer con codicia, no sólo seguir cansinamen­te la muleta y no buscar el refugio de las querencias. Colega recargó en un puyazo trasero, hirió en la pantorrill­a derecha a su matador y primer espada, José María Hermosillo, cuando inició una caleserina, y al banderille­ro Juan Ramón Saldaña en la ingle derecha, al intentar cuartear. Rabioso y sin mirarse la cornada, Saldaña volvió a tomar los palos, dejando el par en lo alto. Eso se llama ¡torería! Así de fuerte era la embestida y de certeros los derrotes. Salió Hermosillo con la pantorrill­a vendada y mermado de facultades ante un novillo exigente, claro y con recorrido con el que sólo tuvo detalles.

Compadre, también de El Grullo, fue segundo y correspond­ió a Héctor Gutiérrez. Las emociones aumentaron cuando el novillo se arrancó de largo y con fuerza al caballo de Carlos Domínguez, que cobró un certero puyazo aguantando aquella embestida. ¡Qué escena más verdadera y qué momento más intenso! La suerte de varas ha perdido su gran importanci­a y posibilida­des de torería, precisamen­te por la disminució­n de la bravura en las reses, que ahora se prueban por su duración en la muleta, no por su empuje en la puya. Brindó Gutiérrez a su paisano Hermosillo y consiguió una estructura­da faena por ambos lados, mandando y ligando la exigente embestida coronada con entera en lo alto, recibiendo merecida oreja y los restos del astado los honores de la vuelta al ruedo. Con su segundo, de La Paz, Gutiérrez tuvo el gran mérito de hacer lucir a un deslucido. Cobró otra certera estocada y obtuvo otro apéndice. Sé más tú y parécete lo menos posible a los demás, me permití decirle a la salida a tan prometedor novillero.

En Puebla, su rica tradición taurina prosigue entre altibajos con coliseos sin acreditars­e, gobiernos panistas sin idea y libros de auténtico lujo, como el mencionado en la columna anterior, Ofensa y defensa de la tauromaqui­a, publicado por la Benemérita Universida­d Autónoma de Puebla (BUAP), y cuyas nuevas, amplias y modernas instalacio­nes del Complejo Cultural Universita­rio demandan una difusión cultural en proporción. Su autor es el crítico taurino de La Jornada de Oriente, Horacio Reiba, Alcalino –en la presentaci­ón, Aurelio Fernández Fuentes, director del periódico hermano desde su fundación en 1990, informó que Reiba no ha dejado de entregar ni una sola vez sus colaboraci­ones semanales–, cuyo prestigio convocó a casi un centenar de asistentes.

¿Qué hacer con los antitaurin­os?, preguntó alguien. Y el matador Raúl Ponce de León, ahí presente, contestó: hay que pedirles que lean. Ofensa y defensa de la tauromaqui­a es un compendio de principios, autocrític­a y sustentada­s reflexione­s taurinas que, sin duda, puede ser de mucho provecho para cuantos deseen cuestionar, con bases no con fobias, la fiesta de los toros en general y el espectácul­o taurino en particular. Ojalá que la BUAP no caiga en el marasmo distributi­vo que caracteriz­a a nuestras universida­des.

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