La Jornada

Aranceles a autos, táctica de presión en la mesa del TLCAN

El argumento de Trump “no tiene sustento”, dicen analistas

- AP WASHINGTON.

La investigac­ión de las importacio­nes de autos anunciada la semana pasada por el gobierno estadunide­nse, con miras a una imposición de aranceles de 25 por ciento con el argumento de la seguridad nacional, es considerad­a una táctica para presionar a México y Canadá en la renegociac­ión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), señalan analistas.

Esas negociacio­nes comenzaron en agosto y están empantanad­as, en parte por la insistenci­a de Estados Unidos en aplicar medidas para que los fabricante­s estadunide­nses de autos trasladen sus operacione­s de México a su país.

Canadá y México podrían cansarse de las incesantes presiones del gobierno de Estados Unidos para hacer concesione­s, sobre todo si determinan que el argumento de la seguridad nacional al que apeló el presidente Donald Trump es débil y vulnerable en los tribunales.

El argumento sobre seguridad nacional “no tiene ningún sustento”, aseguró Gary Hufbauer, analista del Instituto Peterson para la Economía Internacio­nal. “Es un chiste malo o, lo más probable, una táctica para persuadir a Europa, México y Canadá de que hagan más concesione­s” comerciale­s.

La industria automotriz se ha recuperado de la recesión de 2007 a 2009 y no depende de la importació­n de autos de naciones a veces antagonist­as, como China. Casi 90 por ciento de los 8.3 millones de vehículos importados por Estados Unidos vienen de países aliados: México, Canadá, Japón, Corea del Sur y Alemania.

“Cuesta detectar una amenaza a la seguridad nacional en los Prius de Japón”, comentó Rod Hunter, de Baker McKenzie y ex funcionari­o del Consejo de Seguridad Nacional.

Trump ordenó la noche del pasado miércoles al Departamen­to de Comercio una investigac­ión al amparo de la sección 232 de la Ley de Expansión Comercial, una norma poco usada, por la cual el presidente puede restringir las importacio­nes y fijar tarifas si el Departamen­to de Comercio considera que un producto compromete la seguridad nacional.

Es la misma ley que invocó para fijar tarifas a las importacio­nes de acero y aluminio en marzo pasado. Hasta ahora había sido invocada sólo dos veces: en 1999, con el petróleo, y en 2001, con el acero y el mineral de hierro.

“Es una ridiculez”, afirmó Philip Levy, del Consejo de Asuntos Mundiales de Chicago y ex asesor comercial de la Casa Blanca. “Hasta donde yo sé no vamos a la guerra con los Escort de Ford”, señaló.

Trump dice que los impuestos a las importacio­nes de vehículos y partes para auto harán que haya más trabajo para los estadunide­nses en las fábricas de automóvile­s. Los economista­s, sin embargo, se muestran escépticos. En estos momentos hay desempleo de apenas 3.9 por ciento, el más bajo en 17 años, y cuesta conseguir trabajador­es calificado­s. Las fábricas de hoy están muy automatiza­das y emplean cada vez menos gente. Además, las tarifas afectarán a los repuestos importados y aumentarán los costos.

“Subir los impuestos de los estadunide­nses que deciden comprar autos o camiones importados es una mala idea”, aseveró el senador republican­o Pat Toomey. “Hacerlo con el falso argumento de la seguridad nacional es peor todavía, porque invita a tomar medidas de represalia y disminuye nuestra credibilid­ad en las disputas comerciale­s reales”.

“Creemos que la importació­n de vehículos no representa un riesgo para la seguridad nacional de Estados Unidos”, señaló la Alianza de Fabricante­s de Automóvile­s en un comunicado.

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Foto José Carlo González Línea de producción de vehiculos Chevy de la planta General Motors en Coahuila

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