La Jornada

Protestas en Nicaragua cobran cuatro vidas más

Opositores denuncian ataque de paramilita­res del gobierno armados con fusiles

- ERIC NEPOMUCENO La Jornada RÍO DE JANEIRO. DPA Y AFP MANAGUA.

Poco antes de las 8 de ayer, el general Sergio Etchegoyen, quien comanda el gabinete de seguridad institucio­nal y las acciones relacionad­as con la crisis que sacude y paraliza el país, aseguró: “Las situacione­s prioritari­as están normalizad­as”.

Habría que preguntar al general qué entiende por “prioritari­as” y por “normalizad­as”. Porque cinco minutos antes de su declaració­n, la última gasolinerí­a que aún funcionaba en Curitiba, capital del estado de Paraná, apagó sus luces, por falta de combustibl­e. Una hora antes, la compañía aérea Latam enviaba a Brasilia un Boeing cargado de combustibl­e para abastecer sus aviones que, sin tener cómo despegar, adormecían en el aeropuerto local. Por todo el mapa brasileño se reproducía­n situacione­s de caos absoluto.

A aquellas alturas de la noche, había al menos 566 carreteras bloqueadas en todo el país. Se registraba­n colapsos en los más inimaginab­les sectores de la vida: productore­s de leche seguían ordeñando sus vacas y echando la leche al pasto; criadores de pollos y gallinas veían cómo crecía la amenaza de que millones de aves muriesen por desnutrici­ón; hubo escenas escalofria­ntes, de canibalism­o entre gallinas hambrienta­s; las calles de Río de Janeiro parecían territorio abandonado.

En las grandes ciudades brasileñas faltaba de todo, desde dinero en cajeros electrónic­os hasta tanques de oxígeno en los hospitales. ¿Cuáles serían, pues, las “situacione­s prioritari­as”?

Es verdad que, desde el amanecer, las fuerzas de seguridad lograron romper bloqueos en determinad­os puntos del mapa y hacer circular camiones cargados de combustibl­es, cuyo destino eran exclusivam­ente aeropuerto­s, hospitales y fuerzas de seguridad.

Los porqués

A estas alturas del caos, en que nadie sabe cuáles serán las consecuenc­ias de la crisis en el escenario económico, y mucho menos en el panorama político, y en que ya no se trata de intentar saber cómo será el próximo miércoles, la gran pregunta es: ¿cómo se llegó a tal punto?

Desde enero el gobierno de Michel Temer recibía señales de inquietud tanto de los transporti­stas, desde los patronales, que son 70 por ciento del millón de camiones responsabl­es de 67 por ciento de la carga que circula en Brasil, como de los autónomos.

A fines de abril, las señales fueron más contundent­es. Comunicado­s de la patronal enviados al despacho presidenci­al decían que si no se aceptaba negociar desde exenciones fiscales hasta la baja de los precios de combustibl­es, podrían “surgir problemas”.

Una semana antes del parolockou­t declarado el pasado lunes, los transporti­stas autónomos enviaron a Temer una carta dura, contundent­e, agresiva. Carta que, en tiempos de gobierno legítimo, sería devuelta por insolente.

¿Qué hicieron Temer y sus asesores? Nada.

Hay dos hipótesis para semejante reacción. La primera: silenciar frente a una amenaza insolente Cuatro personas murieron y al menos nueve más resultaron heridas en enfrentami­entos ocurridos entre el viernes y este sábado en Nicaragua, informó la policía. Uno de estos altercados se suscitó en Ciudad Belén donde murieron dos personas, entre ellas un menor de edad, cuando hombres armados y con el rostro cubierto dispararon cuando circulaban en una camioneta. José Oviedo, identifica­do por la policía como un guardia de seguridad, murió cerca de la Universida­d Nacional Autónoma de Nicaragua, en abriría espacio para que se llegara al caos a que se llegó. Y, en ese panorama, se instalaría una crisis de proporcion­es alarmantes en el país, un escenario de convulsión social, justificat­iva sólida para postergar las elecciones previstas para octubre, y para las cuales los que se adueñaron del poder no disponen de ningún nombre mínimament­e viable.

Postergar las elecciones presidenci­ales sería la salida para que se descubries­e un nombre capaz de disputar en condicione­s concretas Managua, a manos de estudiante­s atrinchera­dos en el plantel, según las autoridade­s.

Además, en la céntrica provincia de Boaco se reportaron fuertes enfrentami­entos en un retén de estudiante­s y campesinos que protestan contra el gobierno. El ataque fue perpetrado por manifestan­tes contra activistas sandinista­s, siete de los cuales resultaron heridos, indicó la policía; sin embargo, voceros de los opositores aseguraron que fueron atacados por grupos paramilita­res del gobierno, armados con fusiles de asalto y potentes bombas caseras.

Entre miércoles y viernes perecieron para asegurar los intereses del mercado.

La segunda hipótesis: preocupado­s por mantenerse en el poder –hay una tercera denuncia que, si es aprobada en el Congreso, significar­á la destitució­n de Temer–, nadie de su núcleo duro sabe qué hacer, excepto preservars­e. Y por eso no se han dado cuenta del potencial de la crisis.

En realidad, hay una tercera hipótesis: embriagado­s de poder, Temer y sus más cercanos alargaron siete personas en Managua, Chinandega y León, informó la Cruz Roja y el Centro Nicaragüen­se de Derechos Humanos.

La violencia en Nicaragua comenzó con una protesta estudianti­l contra una reforma del Seguro Social, que afectaba a trabajador­es y jubilados, pero las manifestac­iones se extendiero­n debido a la fuerte reacción de la policía acompañada de fuerzas paramilita­res contra civiles.

La Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos, que implementó 15 recomendac­iones al gobierno de Ortega, contabiliz­ó 79 muertos desde el 18 de abril hasta su distancia de la realidad, creyendo en sus propias fantasías.

Como sea, hay un dato concreto: el país está convulsion­ado. Y en este caso específico, raíz de un solo punto: la cuestión del precio de los combustibl­es, elemento central para la entrega del petróleo a los intereses de los accionista­s, internos, pero principalm­ente externos.

Nadie o casi nadie se acuerda que desde la llegada de Temer al poder la refinación de petróleo en Brasil bajó a 60 por ciento. Es decir, hubo 40 por ciento de ociosidad. Cuanto menos se refina derivados del petróleo, más aumentan las exportacio­nes de crudo y más aumentan las importacio­nes de refinados, que traen valor agregado; aun el gasóleo de los camioneros.

De esas importacio­nes, casi la mitad viene de Estados Unidos.

Al transforma­r un elemento clave para cualquier plan de gobierno en cualquier país –la energía– en pura mercancía, poniendo el interés de los accionista­s privados por encima del interés social, se abren avenidas para conflictos cuyas dimensione­s son imposibles de prever.

El problema es que, a veces, surgen tropiezos. Por ejemplo, la amenaza concreta de una convulsión social.

Cuando eso ocurre, los del poder parecen creer que no existe otra salida que convocar a las fuerzas armadas, no importa lo que la historia nos haya enseñado. el 24 de mayo, Washington ya llamó a Managua a implementa­r dichas observacio­nes de la Comisión y a actuar en función de sus conclusion­es “para garantizar la justicia por los abusos y las violacione­s de los derechos humanos.

En tanto, Madrid negó haber vendido armamento a Managua para utilizarlo en la represión de manifestac­iones antigubern­amentales, como afirmaron versiones de la prensa local. “El gobierno de España no está autorizand­o la venta de ningún tipo de material a la Policía Nacional de Nicaragua”, subrayó vía Twitter la embajada española.

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Bloqueo parcial de transporti­stas en la autopista BR-116, ayer, la cual conecta a Brasil con otras naciones del Mercosur, en Embu das Artes, a las afueras de Sao Paulo ■ Foto Ap

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