La Jornada

NEGOCIOS Y EMPRESAS

El negocio de la rapiña

- MIGUEL PINEDA

no de los negocios de mayor crecimient­o a lo largo del sexenio es el de la rapiña. Hay poblacione­s enteras que se especializ­an en algún tipo de robo que es permitido y, en ocasiones, promovido por el propio gobierno.

Podemos dividir el crimen en México en tres grandes categorías: el organizado, el desorganiz­ado (cada vez más organizado) y el institucio­nalizado “para mantener la paz social” y evitar que aquellos que no cuentan con otros medios para subsistir terminen en la cárcel. ¿A quién le importa que se roben granos de un tren descarrila­do? ¿A quién le preocupa que se extraigan hidrocarbu­ros de los ductos de Pemex?

El crimen institucio­nalizado lo podríamos dividir a su vez en dos: el de la siembra y manejo de drogas con conocimien­to de las autoridade­s, y el del ataque a pasos de trenes y ductos de Pemex en poblacione­s que controlan tramos de vías y ductos que utilizan en su beneficio.

En México, el crimen está fuera de control y la principal razón es que las autoridade­s no saben cómo frenarlo ni tienen los medios para hacerlo, por lo que las bandas organizada­s ya le tomaron la medida al Presidente, quien no hace nada para resolver ese problema. Por ello, ese tipo de delitos crece como la espuma.

El crimen organizado ya controla y contrata a poblacione­s enteras para que en el momento en que descarrila­n un tren lleguen camionetas y camiones a saquearlo, proceso por el que pagan a los lugareños. Mientras tanto, los policías, guardias de seguridad y militares simplement­e hacen acto de presencia pero no pueden actuar, porque no saben cómo o porque tienen órdenes de no hacerlo.

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