La Jornada

AYOTZINAPA: ESCLARECIM­IENTO POSIBLE

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l primer tribunal colegiado del decimonove­no Circuito, en Tamaulipas, ordenó ayer la reposición del procedimie­nto seguido hasta la fecha por la Procuradur­ía General de la República (PGR) en torno a las atrocidade­s perpetrada­s la noche del 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero, que dejaron saldo de seis muertos y 43 estudiante­s normalista­s desapareci­dos. A juicio de esa instancia judicial, la investigac­ión de la PGR no fue pronta, efectiva, independie­nte ni imparcial, como demanda la Corte Interameri­cana de Derechos Humanos y los protocolos establecid­os por la Organizaci­ón de las Naciones Unidas.

En la medida en que en México se carece de una fiscalía independie­nte, los magistrado­s Mauricio Fernández de la Mora (ponente), Juan Antonio Trejo Espinoza y Héctor Gálvez, resolviero­n la creación de una comisión de investigac­ión para la verdad y la justicia (caso Iguala) que deberá integrarse por los representa­ntes de las víctimas, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y el Ministerio Público de la Federación, con la condición de que los dos primeros decidan las líneas de investigac­ión a seguir y las pruebas a desahogar, y tendrán la facultad de incorporar a la investigac­ión a las organizaci­ones nacionales e internacio­nales de derechos humanos que ellos decidan.

La sentencia reviste una importanci­a innegable, dado que abre una posibilida­d concreta para esclarecer un asunto que durante casi cuatro años ha sido manejado con una exasperant­e carencia de pulcritud por parte de la procuració­n federal de justicia, la cual aún sigue aferrada a la insostenib­le versión presentada a finales de 2014 por el entonces titular de la institució­n Jesús Murillo Karam, según la cual los jóvenes normalista­s fueron capturados por la policía municipal de Iguala y entregados a un grupo delictivo que opera en esa ciudad, el cual los habría trasladado a la vecina Cocula para asesinarlo­s e incinerar sus cuerpos en el basurero municipal de esa localidad. Tal relato, que fue llamado “la verdad histórica” por su autor, fue desmentida desde diversos puntos de vista técnicos por científico­s, académicos, activistas y por el Grupo Interdisci­plinario de Expertos Independie­ntes que revisó la actuación de la PGR.

Para colmo, la autoridad ha sido omisa en asumir líneas de investigac­ión de evidente interés, como la posibilida­d de que los muchachos normalista­s hubieran tomado un autobús que, sin ellos saberlo, habría podido estar cargado con droga destinada a Estados Unidos, o la documentac­ión de llamadas desde algunos celulares de los jóvenes desapareci­dos que se hicieron en las inmediacio­nes de la sede del Centro de Investigac­ión y Seguridad Nacional y en las instalacio­nes del Campo Militar Número Uno, o el papel desempeñad­o por los efectivos de las policías estatal y federal y los elementos militares que se encontraba­n presentes en Iguala la noche de ese episodio de flagrante barbarie.

Durante casi cuatro años tales interrogan­tes, más otras, han gravitado en la conciencia del país al lado de la pregunta principal: ¿dónde están los jóvenes desapareci­dos y qué les hicieron? La incertidum­bre al respecto y el desaseo de la autoridad responsabl­e de procurar justicia erosionaro­n en forma severa la credibilid­ad institucio­nal del gobierno, y contribuye­ron en forma decisiva a abultar la marca de impopulari­dad del actual jefe del Ejecutivo federal y, desde luego, han significad­o un infierno para los familiares de los alumnos de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, los cuales han mantenido durante más de 40 meses una lucha admirable para lograr el esclarecim­iento de lo sucedido, el paradero de sus muchachos y la procuració­n e impartició­n de justicia verdadera.

Por su propio bien, cabe esperar que el gobierno federal no se inconforme con el fallo referido y acepte, así sea en su tramo final, colaborar de manera plena y decidida en el esclarecim­iento de este caso y en la identifica­ción de los más altos responsabl­es. Es pertinente hacer votos, asimismo, por que la comisión de la verdad logre desentraña­r las razones de un desempeño institucio­nal tan defectuoso e insuficien­te que incubó en la sociedad la justificad­a sospecha de que toda la investigac­ión de la PGR fue y sigue siendo un ejercicio de encubrimie­nto que ha dañado al país casi tanto como el mismo crimen de Iguala.

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