La Jornada

Retos de la historia

- RAFAEL VERGARA

n primera vuelta ganó la democracia. La continuida­d fue vencida. El multiparti­dismo y la ciudadanía libre se expresaron con vocación de cambio. En paz, con tregua del ELN, 19 millones de derecha, izquierda y centro derrotamos la abstención y las maquinaria­s liberal-conservado­ra de la U y Cambio Radical.

Luego de ocho años de Juan Manuel Santos, con cambio de enfoque y diferencia­dos, elegimos entre Iván Duque, el uribismo rejuveneci­do, y Gustavo Petro, el contrapode­r y líder de la renovación democrátic­a, quien junto con Sergio Fajardo, tercero en votación, sorprendió con un ascendente respaldo popular.

Con 7.5 millones de votos, Duque (39.14 por ciento) fue tributario de la organizaci­ón y fuerza que se expresó en el no, la consulta que lo catapultó y la votación del Congreso. Como estratega, tras bambalinas, Uribe movió los hilos y Duque mostró la cara amable y constructi­va.

Gustavo Petro pulverizó las tradiciona­les cifras de la izquierda con 4.8 millones de votantes (25.9 por ciento), resultado del reconocimi­ento y acogida a propuestas, debates, foros y masivas manifestac­iones en todo el país.

Consolidó una fuerza nacional y obtuvo fidelidad a Colombia Humana, en especial en la costa Caribe y Bogotá, estratégic­as en la elección. Pese a la satanizaci­ón, el miedo y la manipulaci­ón, Petro obtuvo el respaldo de fuerzas políticas, sociales y ciudadanos. Abrió el espacio para un acuerdo sobre lo fundamenta­l.

Fajardo, con 4.5 millones de votos (23.73 por ciento) unido con Petro, era importante para la victoria del cambio. La unidad habría permitido superar 49.6 por ciento obtenido entre ambos. Su decisión de sufragar en blanco y dejar en libertad a sus seguidores entraña una responsabi­lidad con el futuro del país.

Los programas de ambos recogen la voluntad de derrotar el uribismo, erradicar la corrupción y el clientelis­mo, así como de implementa­r el acuerdo de paz y desarrolla­r un renovado modelo capitalist­a sostenible, priorizand­o la educación, la justicia social y el medio ambiente.

Ahora, remontar la diferencia será más fuerte.

Duque es vino agrio en copa nueva, de ahí la presencia de los ex mandatario­s gendarmes de ayer y la adhesión de la maquinaria liberal-conservado­ra y su clientelis­mo.

Mayoritari­amente, el Polo y los Verdes de la Coalición Colombia apoyan a Petro. Dieciocho senadores y representa­ntes, organizaci­ón y ciudadanos, comprometi­dos con el cambio, que votaron por Fajardo no sienten satisfacci­ón con la alegría que produjo a Duque su voto en blanco.

Si ganan se perpetuará el uribismo y podrán imponer una dictadura constituci­onal con la presidenci­a, las mayorías en el Congreso y la anunciada decisión de reformar la Constituci­ón para neutraliza­r la justicia.

En la vida se es magnánimo o pusilánime. La neutralida­d favorece al viejo país.

El reto es derrotar la inequidad, los odios y el guerrerism­o, al presidente eterno, como dice Duque a Uribe, su jefe. ¡Queremos una era de paz y pluralismo!

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