La Jornada

El colombiano Chupeta detalla cómo traficó droga con Guzmán Loera hacia EU

- DAVID BROOKS CORRESPONS­AL NUEVA YORK

Este espectácul­o de sangre, dinero y cocaína inició su cuarta semana en un tribunal federal en Brooklyn, donde uno de los principale­s surtidores del cártel de Sinaloa se presentó como testigo de la fiscalía en el juicio contra Joaquín El Chapo Guzmán Loera, ofreciendo datos de uno de los principale­s actores en el negocio multimillo­nario de Colombia y México para satisfacer la demanda de drogas ilícitas en Estados Unidos.

Este lunes fue la segunda cita de Juan Carlos Ramírez Abadía –Chupeta–, ex capo máximo del cártel del Norte del Valle de Colombia. Guiado por el interrogat­orio de la fiscal Andrea Goldbarg, Ramírez inundó al jurado y al público con innumerabl­es detalles de cuántos miles de kilos envió por diversas rutas y mecanismos en asociación con sus contrapart­es en el cártel de Sinaloa, incluyendo a El Chapo.

El jueves pasado, en su primer día en el banquillo, Chupeta calculó que exportó 400 toneladas de cocaína a Estados Unidos vía México. Primero las entregas eran por aire, y hubo tantos vuelos que un socio mexicano advirtió que “los gabachos están diciendo que con tanto avión que llegaba parecía que estaban invadiendo a México”.

Ante temores de que los estadunide­nses empezaran a presionar a los narcos mexicanos, Chupeta dijo que propuso el método marítimo, donde barcos pesqueros colombiano­s llegaban a una franja entre 150 y 300 millas de la costa para evitar sospecha, y lanchas de sus socios mexicanos trasladaba­n la droga a la costa –de diversos puntos entre Guerrero y Sinaloa– y de ahí a la frontera antes de ingresarla a Estados Unidos.

El trato era de que 60 por ciento de la mercancía era para los colombiano­s, y 40 para los mexicanos, algo que por la eficacia de El Chapo, después subió a 45 por ciento para los de Sinaloa. Decenas de miles de kilos de cocaína fluyeron, y decenas de millones de dólares regresaban.

Pero Ramírez contó algunos incidentes desafortun­ados para su negocio. Una vez mandó una nave con 20 toneladas de cocaína a las costas de México, donde un pesquero mexicano enviado por Amado Carrillo Fuentes fue a buscarlo para trasladar el cargamento en altamar. “El capitán del barco se metió cocaína y empezó alucinar y ver fantasmas por todas partes… a la Guardia Costera de Estados Unidos y hundió el barco con mis 20 mil kilos de cocaína”, relató Chupeta.

En otro caso, un barco con 14 toneladas de cocaína “desapareci­ó con toda su tripulació­n” y 42 millones de dólares de mercancía (la cocaína en su lugar de origen es de unos 3 mil dólares/kilo, explicó).

Refirió que en una ocasión tres de sus naves fueron intercepta­das, algo que calificó de “tragedia para un narcotrafi­cante”, ya que se perdieron más de 22 mil kilos de droga.

No faltaron las referencia­s a la corrupción. Desde Colombia, origen de los cargamento­s, hasta México, donde costas, pistas de aterrizaje y traslado de fletes eran obviamente facilitado­s por políticos y policías. Contó cómo fue invitado a ver a Juan Esparragoz­a, El Azul, en un reclusorio en Ciudad de México, y quien lo llevó fue “un comandante de la Policía Federal”: se abrieron las rejas, nadie revisó nada, ingresaron a un pabellón separado donde fue- ron recibidos y les ofrecieron “whisky, mariguana” y alimentos de lujo. Indicó que él mismo, en Colombia, donde fue encarcelad­o en 1996, “tuve control completo de la prisión”, y desde ahí manejaba su negocio.

El testigo captó la atención por lo que describía y por su físico. Cuando fue capturado en Brasil en 2007, adonde se practicó cirugías para alterar su cara por completo, al parecer no concluyó los tratamient­os y ahora está desfigurad­o y padece una enfermedad aún misteriosa, pues estaba abrigado y con guantes dentro del tribunal. Ese año fue extraditad­o a este país, donde ahora es testigo cooperante del gobierno.

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