México irredento
–B uen día, don Cayetano… ¿Ya vio la transmisión del mando en el Congreso?
–Pos no… Andaba chambeando.
–¿Y el ritual en el Zócalo?
–Bonito estuvo.
Don Cayetano votó por Morena, y trabaja 24 horas del día de conserje en el condominio “medio-medio” donde vivo, con un día de descanso. Junto con su esposa, habita en un espacio sofocante de 20 metros cuadrados (baño incluido), “diseñado” por los constructores del edificio. De cuna mixteca, Cayetano nació en las inmediaciones de Santiago Pinotepa Nacional, ciudad oaxaqueña del Pacífico que, según los entendidos, debe el origen de su nombre al vocablo pinolli, o “casa desmoronada”.
Lo ayuda Soledad, su hija, que limpia casas cuando puede. Ella tiene tres niños y renta un cuarto a la vuelta de casa. Estoy agradecido con Soledad: me presentó a la señora Rosa, una vecina que me inyecta cuando ando con la ciática. Rosa cobra 20 pesos por aplicación. Pero si le doy 50 pesos con gesto de “está bien así”, me da el vuelto diciendo: “cómo cree”. Todos votaron por Andrés Manuel López Obrador (AMLO), y a ninguno le interesa la política. ¿Carecerán de “nivel”?
A veces, me dan ganas de explicarles algo acerca de la “desposesión por acumulación”. Me contengo. En este país, aprendí la diferencia entre las nociones de “pueblo” y “sociedad”. O bien (digámoslo así), entre las razones del “próximo prójimo” y las imposturas del comedimiento ilustrado. La familia de Cayetano es muy unida, y calculo que sus ingresos llegan a 12 mil pesos mensuales (650 dólares). Monto que para un tecnócrata de la “libertad” la eximiría de ser pobre, quedando ubicada en la franja de pobreza “relativa”.
Me explico. Si de acuerdo con ese tipo de mediciones, los “indigentes” serían desechables, y a los simplemente “pobres” tocaría vivir de la caza y de la pesca, un “pobre relativo” debería dar gritos de felicidad si, por ejemplo, trabajara en condominios como el mío. Porque mire usted lo que son las cosas: hace unos meses, fastidiados, los “propietarios” consintieron que la administración aumente el sueldo de Cayetano de 7 mil 500, a 8 mil pesos. “¡Pero sin Seguro Social!”, advirtió patrióticamente el que los 15 de septiembre pone banderitas en su flamante camioneta de 700 mil pesos, y que ahora la puso en venta porque dice que “la crisis” no le permite pagar las cuotas.
Creo que ahí queda, coloquial y suscintamente esbozado, el verdadero desafío de AMLO. Mas no el del gobernante que ha solicitado “paciencia” a un pueblo que, por momentos, parece confundir paciencia con resignación. Me refiero a las “señales” que, desde ya, inquieta a plutócratas y vendedores de humo.
Que los casos de Argentina y Brasil, entonces, sirvan a Morena de advertencia para sopesar realidades que claro, son muy distintas. Pero en las que pueblos y sociedades igualmente distintos, consagraron sus derechos por “izquierda” primero, y años después votaron “por derecha” contra sus propios intereses. Ídem anterior: ¿carecerán de “nivel”?
En San Lázaro (y en el Zócalo), fue importante que AMLO prescindiera de mencionar a la llevada y traída “unidad latinoamericana”. ¿Había necesidad? Benito Juárez, su alter ego, tampoco abundó en el asunto. Aunque le dieran mucho gusto los
No sé quién asesora a López Obrador sobre migración, pero no lo está haciendo bien