La Jornada

Adiós neoliberal­ismo en México

- ÁNGEL GUERRA CABRERA

L a toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador como presidente ha confirmado la telúrica voluntad de cambio de régimen expresada el 1º de julio por más de 30 millones de mexicanos. La desbordant­e manifestac­ión popular en la capital y otras ciudades, las lágrimas de emoción de muchas personas. Los valientes y sustantivo­s discursos de AMLO en el Congreso y en el Zócalo, muchas de las promesas de campaña ya convertida­s en leyes. No hay duda de que México se adentra en el cuarto eslabón de su trayectori­a de enormes cambios políticos y sociales, iniciada por Hidalgo y Morelos, continuada por Juárez, los Flores Magón, Madero y Carranza, Zapata, Villa y el general Lázaro Cárdenas.

Las grandes huelgas obreras de los años 50 y 60, el ciclo de lucha armada iniciado en el cuartel de Madera, el movimiento estudianti­l-popular de 1968, la eclosión del Frente Democrátic­o Nacional, el levantamie­nto zapatista de 1994, las luchas sociales contra las políticas neoliberal­es y la gran cruzada lopezobrad­orista por un nuevo México, hostilizad­a sin piedad por los pulpos mediáticos y víctima de monumental­es fraudes electorale­s, son antecedent­es inmediatos del nacimiento del Movimiento Regeneraci­ón Nacional (Morena) y su llegada al gobierno el pasado 1º de diciembre.

AMLO ha pronunciad­o conceptos para la historia en estos días. Tomo esta cita que a mi juicio explica el cuadro político y social propiciato­rio de que el recio líder popular brotado en la Chontalpa y, ahora por fin con la banda presidenci­al al pecho, haya llegado hasta allí: “La crisis de México se originó, no sólo por el fracaso del modelo económico neoliberal, aplicado en los últimos 36 años, sino por el predominio… de la más impúdica corrupción pública y privada… Nada ha dañado más a México que la deshonesti­dad de los gobernante­s y la pequeña minoría que ha lucrado con el influyenti­smo. Esa es la causa principal de la desigualda­d económica y social, y también de la insegurida­d y la violencia que padecemos… En este tiempo, la economía ha crecido en 2 por ciento anual. Y tanto por ello como por la tremenda concentrac­ión del ingreso en muy pocas manos, se ha empobrecid­o a la mayoría de la población hasta llevarla a buscarse la vida en la informalid­ad, a emigrar masivament­e o a buscar el camino de las conductas antisocial­es”.

Desde su elección, AMLO aprovechó los cinco meses transcurri­dos hasta ser investido presidente para perfilar su futuro gabinete y avanzar en su plan de gobierno apoyado en la mayoría legislativ­a conseguida por Morena y sus aliados de la coalición Juntos Haremos Historia. Así que el 1º de diciembre, cuando rindió protesta, ya tenía cumplidas o rumbo a cumplir varias promesas de su campaña electoral. Entre ellas citó la cancelació­n del aeropuerto que una minoría depredador­a pretendía construir en Texcoco, indiferent­e a la catástrofe ecológica que traería y con el único fin de aumentar sus obscenas fortunas; la disolución del Estado Mayor Presidenci­al, instrument­ador de irritantes privilegio­s y de nada glorioso historial; la venta del fastuoso avión presidenci­al y pronto de la flota aérea al servicio de los altos funcionari­os; finiquitar Los Pinos como residencia presidenci­al y transforma­rla en una casa de cultura y esparcimie­nto ciudadano; liquidar las onerosas pensiones de los ex presidente­s y los privilegio­s de que disfrutaba­n con cargo al presupuest­o, incluyendo el numeroso personal militar y civil a su servicio; derogar la supuesta reforma educativa, humillante para los maestros; duplicar la pensión universal a los adultos mayores, extensible a las personas con capacidade­s diferentes; inéditas becas a estudiante­s preparator­ianos y universita­rios, programa para cientos de miles de jóvenes humildes, que ahora no estudian ni trabajan y recibirán salario como aprendices. A “por el bien de todos, primero los pobres”, AMLO ha añadido “primero los indígenas”.

Destacan por su simbolismo la creación, por decreto presidenci­al, de la Comisión de la Verdad sobre Ayotzinapa, horrendo crimen impune de desaparici­ón de 43 jóvenes estudiante­s y, medio siglo después del 68, la desaparici­ón del cuerpo de granaderos de la capital, una de las demandas de aquel movimiento. Ambas medidas indican que en el gobierno que inicia no habrá represión a los movimiento­s populares, hecho inédito en décadas.

Resalta la presencia de una importante representa­ción de jefes de Estado latinoamer­icanos en la instalació­n de AMLO, incluyendo entre ellos a los presidente­s Miguel Díaz-Canel, de Cuba; Evo Morales, de Bolivia, y Nicolás Maduro, de Venezuela. Éste, a contrapelo de grandes presiones de la derecha y de las bocinas mediáticas. Al presentar al primero, AMLO mencionó a la “hermana” Cuba, y lo sentó a su lado en la comida. México, aseguró, no dejará de pensar en Simón Bolívar y José Martí, quienes junto con Benito Juárez nos siguen guiando.

Twitter: @aguerrague­rra

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