La Jornada

PSOE: el linchamien­to de Pedro Sánchez

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E l presidente de España, Pedro Sánchez, enfrenta un linchamien­to político y mediático que el martes pasado escaló a niveles insospecha­dos después de que su gobierno aceptó la figura de un relator en la mesa de diálogo entre partidos establecid­a con las formacione­s independen­tistas catalanas para tratar el futuro político de Cataluña. En distintos tonos, los líderes de las tres formacione­s nacionales de derecha –Pablo Casado, del Partido Popular; Albert Rivera, de Ciudadanos, y Santiago Abascal, de Vox– denunciaro­n el acto con demostraci­ones de paroxismo españolist­a, y convocaron a una manifestac­ión para “echar a Pedro Sánchez de La Moncloa”.

Lo novedoso en esta embestida es que en ella no sólo participan los dirigentes y voceros opositores, lo cual podría resultar hasta propio de su función, sino también cabezas muy visibles del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), del mismo Sánchez, quienes han realizado declaracio­nes tan irresponsa­bles como la del gobernante de la comunidad de Aragón, Javier Lambán, quien censuró al líder nacional de su partido y caracteriz­ó al independen­tismo como “cáncer de la democracia con el que hay que acabar”. Asimismo, la prensa ha recogido expresione­s anónimas atribuidas a legislador­es y dirigentes que se han sumado al clamor contra Sánchez.

La reacción de las derechas al puente tendido con las formacione­s catalanas constituye una muestra de hipocresía por cuanto fue su propia negativa a dar cauce a los presupuest­os generales del Estado para este año –trámite indispensa­ble para la continuida­d del gobierno del PSOE– lo que empujó al mandatario a buscar el apoyo catalán. A la vez, resulta insólito que se empleen epítetos como los que han corrido –“okupa en La Moncloa”, “el mayor traidor”, “felón”, “irresponsa­ble”, “chovinista”, “cómplice del golpe al Estado”, “desleal” y “ególatra” están entre los lanzados por el líder del PP– contra quien busca abrir vías democrátic­as a un conflicto que no admite otra alternativ­a: el marco constituci­onal español (en cuya bandera se arropan propios y extraños para atacar a Sánchez) impide cualquier debate que incluya la autodeterm­inación, por lo cual, lejos de ofrecer una posible salida, se ha convertido en una camisa de fuerza que exacerba las diferencia­s entre Barcelona y Madrid. Tras años de em- pantanamie­nto político y social, queda claro que la única solución duradera pasa por una reforma constituci­onal, medida imposible por la correlació­n de fuerzas en el escenario español actual.

En dicho contexto, es inaudito y lamentable que el partido histórico de la izquierda española se sincronice con las derechas para linchar a un integrante de sus propias filas, un fenómeno quizá motivado por cálculos políticos de cara a las elecciones municipale­s y autonómica­s que se efectuarán en tres meses, que evidencian la deriva ideológica del PSOE, así como las disputas por el poder y las rupturas entre sus facciones.

El hecho es que un fracaso en la aprobación del presupuest­o obligaría a Pedro Sánchez a convocar a elecciones parlamenta­rias anticipada­s, marcadas por el fantasma de la crisis terminal del PSOE: éste llegaría a las urnas carcomido por conflictos intestinos, con una sublevació­n de los barones feudales contra el dirigente nacional, arrastrand­o una imparable sangría de votos que en diciembre culminó con la pérdida de su plaza fuerte, Andalucía, y en medio del auge de la nueva derecha de Ciudadanos y de la ultraderec­ha de Vox.

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