La Jornada

PIM: precisione­s necesarias

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E l presidente Andrés Manuel López Obrador anunció ayer en Cuautla, Morelos, que se realizará una consulta para decidir si opera o no la planta termoeléct­rica construida en la localidad de La Huexca, municipio de Yecapixtla, como parte del cuestionad­o Proyecto Integral Morelos (PIM), que incluye además un gasoducto que abarca a más de 20 municipios de Puebla, Tlaxcala y Morelos, así como un acueducto y otras obras de infraestru­ctura, plan concebido y desarrolla­do en sexenios anteriores a fin de sentar las bases para un gran corredor industrial.

Desde sus inicios, el PIM generó movimiento­s de resistenci­a en las comunidade­s de la zona y fue criticado por los riesgos ambientale­s e industrial­es, además de las afectacion­es sociales que podría conllevar la puesta en operación de sus principale­s componente­s: el gasoducto, la central generadora y el acueducto.

El viernes anterior, en su conferenci­a de prensa matutina, el titular del Ejecutivo federal reconoció que en el desarrollo del proyecto se cometieron abusos y atropellos, pero señaló que las tres obras en cuestión son necesarias para la generación de electricid­ad –debe considerar­se que Morelos es el único estado de la República que no la produce– y anunció que la consulta se hará en las comu- nidades afectadas de Puebla y Tlaxcala y en la totalidad del territorio morelense.

Ayer, en Cuautla, en un acto masivo en el que los detractore­s de la planta generadora se manifestar­on a gritos, el mandatario ofreció seguridade­s, en el sentido de que la misma no provocará contaminac­ión ni escasez hídrica. Destacó la importanci­a de que la Comisión Federal de Electricid­ad genere su propia energía para que no tenga que comprarla a productore­s privados, y dijo que la inactivida­d de la planta provoca pérdida de unos 3 mil millones de pesos anuales –sin considerar la inversión total que está en juego: alrededor de 20 mil millones de pesos de recursos públicos–, y anunció al realizació­n de la consulta para los próximos 23 y 24 de febrero.

En tanto, el Centro Universita­rio para la Prevención de Desastres Regionales (Cupreder) de la Benemérita Universida­d Autónoma de Puebla, ha señalado preocupaci­ón por los peligros que podría implicar la puesta en marcha del gasoducto, el cual pasa por las faldas del volcán Popocatépe­tl, por los ramales previstos en algunos puntos vulnerable­s a una erupción; asimismo, por la falta de documentac­ión fidedigna sobre el trazo mismo del ducto y por la posibilida­d de que éste haya sufrido una afectación sísmica por el terremoto del año antepasado, cuyo epicentro se localiza a sólo 33 kilómetros de distancia del conducto.

El centro de investigac­ión mencionó también el riesgo del robo de hidrocarbu­ros y sus consecuenc­ias, por lo que llamó a las autoridade­s a divulgar “toda la informació­n disponible, científica, técnica y social a diferentes escalas”, antes de proceder a una consulta.

Las obras vertebrale­s del PIM son, ciertament­e, uno de esos muchos casos legados por gobiernos anteriores en los que resulta obligado optar por el mal menor: las obras ya están hechas, abandonarl­as significar­ía una pérdida en la escala de miles de millones de dólares –más lo que costaría recurrir a otras fuentes de abastecimi­ento eléctrico– y echarlas a andar implica asumir como hecho consumado los agravios sufridos por diversas comunidade­s de la región. Es correcta, en consecuenc­ia, la decisión de someter la activación de las obras al veredicto social de las poblacione­s involucrad­as. Aun en esas circunstan­cias, el gobierno tiene la obligación de poner toda la informació­n con que cuente a disposició­n de los ciudadanos, a fin de que la determinac­ión final, sea cual sea, emane de un ejercicio verdaderam­ente democrátic­o. Y, desde luego, es exigible que se supervise en forma minuciosa y exhaustiva la seguridad de las instalacio­nes y se suprima todo riesgo a la vida, la integridad, la propiedad y la tranquilid­ad de los lugareños.

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