¿Funcionará el programa para controlar el sargazo?
C uando en mayo de 2015 arribaron enormes cantidades de sargazo al litoral de Quintana Roo, las instancias oficiales reconocieron que carecían de estrategia para enfrentar el problema. También los dueños de hoteles, prestadores de servicios turísticos, comerciantes y pescadores. Lo que sí se aseguró fue que la arribazón se debía al cambio de corrientes oceánicas, las tormentas más intensas y el aumento de la temperatura del mar por el calentamiento global. Ello daba por fruto el crecimiento más allá de lo normal de ciertas especies marinas, como el alga que forma el sargazo.
Ese año se retiró lo más posible el que arribó a la franja litoral del principal polo turístico del país. Dependencias gubernamentales anunciaron apoyos para investigaciones multidisciplinarias a fin de solucionar el problema con las técnicas más adecuadas. Nada se hizo y en marzo pasado llegó tal cantidad que se definió como “desastre ecológico”. Para recogerlo se destinaron más de 260 millones de pesos. Se ignora en qué se gastaron. En tanto, el gobierno estatal dijo que el sargazo no afectaba al turismo mientras pedía, sin éxito, más de 600 millones de pesos a la Federación, para retirarlo de la franja costera. Además, establecer mallas de contención mar adentro, como lo hizo una empresa. No sirvieron.
Mientras, en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se integró en agosto pasado un grupo de trabajo con especialistas de los institutos de Ingeniería, Geografía, Ecología, Biotecnología y de Ciencias del Mar y Limnología; del Centro de Ciencias de la Atmósfera y de las facultades