La Jornada

Recuerdan al escritor Eusebio Ruvalcaba a dos años de su fallecimie­nto

- ÁNGEL VARGAS

Con motivo de su segundo aniversari­o luctuoso, cumplido el pasado 7 de febrero, el escritor, ensayista y periodista Eusebio Ruvalcaba (1951-2017) recibió este domingo un homenaje póstumo en el Palacio de Bellas Artes.

El acto llevó por nombre Pensando en Eusebio –paráfrasis de su libro Pensando en Beethoven– y fue organizado por la Coordinaci­ón Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL).

Participar­on el poeta y editor tabasqueño Francisco Magaña y el violinista uruguayo Jorge Risi, moderados por el escritor Vicente Quirarte, todos, amigos cercanos del fallecido autor mexicano. También intervino la pianista Silvia Navarrete con un breve recital.

La sesión, efectuada en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Belals Artes, transcurri­ó entre recuerdos, anécdotas y música. Fue una celebració­n a la vida y la amistad, así como a la pródiga y chispeante literatura de Eusebio Ruvalcaba.

Tal derrotero fue marcado por Vicente Quirarte desde el principio, cuando aseveró que “Eusebio no se merece la tristeza” y aclaró que en lugar de hablar de su obra y la estructura de su escritura, el acto estaría dedicado a su otra gran pasión, la música, la cual el autor supo transmitir a sus devotos por medio de sus textos.

“No sólo era lo que más le apasionaba, sino que vivía al servicio de la música y se sentía orgulloso de esa servidumbr­e; se sentía orgulloso de ser un gran conocedor. En mi caso, me curó de una enfermedad curable: mi ignorancia musical”, dijo el también académico de la lengua.

Refirió que conoció al homenajead­o en 1972 y que tuvo el privilegio de ver su nacimiento como poeta, lo cual ocurrió tras un recital de Enrique González Rojo.

“Todo mundo –destacó– piensa en Eusebio como un gran novelista y narrador, pero su vocación inicial y permanente fue la poesía. Hay que pugnar para que pronto se publique su poesía reunida; sería un gran regalo para los lectores presentes y del futuro.”

De acuerdo con Vicente Quirarte, el autor fue “una máquina para escribir, una metralleta”, pues lo hacía como respiraba y así logró publicar más de 70 libros.

Hombre de ficciones maravillos­as

Lo definió además como gran forjador de ficciones, “un mentiroso profesiona­l” que decía que su padre, el reconocido violinista Higinio Ruvalcaba, reparaba colchones y amaestraba ratones en su pueblo. “No sé si es verdad, pero como ficción es algo maravillos­o”.

En términos personales, Eusebio Ruvalcaba era un hombre de travesuras generosas y valientes, invitadora­s y celebrator­ias de la vida, según Jorge Risi, quien aseguró que en sus 40 años de amistad aquél le enseñó a conocer muy bien México.

“A través suyo, conocí mucho de la amistad humana, la amistad cabrona, del escritor y el músico. Me llevó a visitar muchos lugares del México profundo, del México impenetrab­le, del México mafioso. Ése es uno de los grandes legados que me dejó su amistad; él era una persona tan humana como contradict­oria.”

El violinista recordó cuando el autor le regaló un arco de su padre y también cuando intentó enseñarle, vanamente, a tocar el violín. De igual manera, aseguró que gracias a sus libros, en espe- cífico Pensando en Beethoven, su manera de interpreta­r al músico alemán cambió.

“Me di cuenta de que el mensaje no sólo es del compositor. Después de leer ese libro, toco diferente a Beethoven; no sé si mejor o peor, pero sí me influye, y eso es lo que importa, permea y lleva a la gente a ser diferente.”

El homenaje cerró con la participac­ión de Silvia Navarrete al piano y José Risi al violín tocando la sonata La primavera, de Beethoven, uno de los autores dilectos del escritor, ensayista y periodista.

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