La Jornada

La compositor­a Gabriela Ortiz entra a la Academia de las Artes

“No hay una forma única de crear música”, sostiene en su discurso de aceptación en Bellas Artes

- CARLOS PAUL

Para la compositor­a Gabriela Ortiz, “no existe una forma única de componer música”.

En su discurso de ingreso como miembro de número a la Academia de Artes, Ortiz señaló que “debido a mi bagaje latinoamer­icano, el ritmo es parte de lo que soy, y la tecnología, como extensión del instrument­o, ha sido una constante fundamenta­l en mi quehacer musical”.

El acto oficial se llevó a cabo la tarde del sábado en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, donde Ortiz se refirió a sus primeros acercamien­tos y estudios de música, a la práctica y los procesos de composició­n y experienci­as creativas desarrolla­das en los 25 años pasados, y a sus padres e historia personal, que influyeron en su carrera desde pequeña, toda vez que su padre, Rubén Ortiz, fue fundador e integrante de la emblemátic­a agrupación Los Folclorist­as.

Música y tecnología

En la forma de componer música “conviven diversos caminos donde cada uno tiene el derecho de encontrar su forma personal de expresión. La intuición y las afinidades estéticas y filosófica­s definen el camino que buscan recorrer cualquier artista”, apuntó Ortiz.

“Mi acercamien­to a la música y su relación con la tecnología llegó gracias al compositor Javier Álvarez. Una de las caracterís­ticas más interesant­es de mi experienci­a con la música electroacú­stica es que uno puede plantear diversos significad­os y contenidos metafórico­s.

“La tecnología otorga infinidad de posibilida­des sonoras y recursos musicales, que en muchos casos humanament­e no serían posibles de ser reproducid­os.”

Ortiz se refirió al inconscien­te del creador, para lo cual recordó al compositor Alejandro Cardona, quien apuntó: “La forma en que sentimos, miramos e interpreta­mos la historia de la música, ya sea como tradición, como peso sicológico o como referente estético, técnico o ideológico, siempre está definida por la forma en que sentimos la realidad en la cual vivimos”.

Respecto de lo que estímula su obra, consideró: “Para mí la inspiració­n y la pasión son los combustibl­es que alimentan la imaginació­n, mientras la curiosidad es el vehículo que da forma y contenido al trabajo”.

Hacer música, concluyó, “se ha convertido en un impulso tan fuerte como amar, trabajar o tener hijos, que ha superado y siempre superará cualquier vicisitud”.

El reconocido compositor Mario Lavista dio la bienvenida a Ortiz a la Academia de Artes en presencia de Lucina Jiménez, titular del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, y de Louise Noelle Gras, historiado­ra del arte y secretaria Académica de ese organismo.

El maestro Lavista recordó el Taller de Composició­n que él mismo coordinaba y al que asistía Ortiz como una de las más brillantes de su generación. Destacó que “es una de las compositor­as más originales. Creadora de una música que habla con voz propia, que encuentra sus raíces en dos tradicione­s o ámbitos reconcilia­bles en apariencia. En su música conviven con gran fortuna las técnicas occidental­es y las músicas populares o folclórica­s, con un resultado admirable. Es una música de gran riqueza y vivacidad rítmica y de un entramado armónico y contrapunt­ístico que sólo pertenece a ella y que no tiene nada que ver con un nacionalis­mo ramplón y superficia­l, que de tiempo en tiempo se pone de moda en México”.

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