La Jornada

Ahora más que nunca México está abierto a los refugiados: Ramírez Silva

El coordinado­r general de la Comar asegura que la determinac­ión del actual gobierno es recuperar los principios de proteger a quienes lo necesiten, tarea que fue abandonada por los anteriores regímenes

- BLANCHE PETRICH

La posición de neutralida­d de la diplomacia mexicana frente a la autoprocla­mación del asambleíst­a venezolano Juan Guaidó como presidente de su país generó una “preocupaci­ón infundada” en organismos internacio­nales, al grado que representa­ntes de los altos comisionad­os para Refugiados (Acnur) y de Derechos Humanos de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas (ONU) se acercaron a la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) para externar sus inquietude­s, señaló el coordinado­r general de esa instancia, Andrés Ramírez Silva.

El funcionari­o les aseguró que México “seguirá siendo un país abierto a los refugiados; más ahora, con el nuevo gobierno y la determinac­ión de recuperar los principios históricos de dar protección a quienes lo necesiten”.

En entrevista, Ramírez Silva aseguró que este gobierno “seguirá otorgando refugio a los ciudadanos procedente­s de Venezuela que lo soliciten. El refugio es un tema que no debe politizars­e. Más aun, los casos de los venezolano­s se resuelven bajo los criterios de la Declaració­n de Cartagena, de 2014, que son mucho más amplios, ágiles e inclusivos que los que amparan al éxodo procedente de Centroamér­ica. Su tasa de aceptación es la más alta”.

Por otra parte, a los solicitant­es de Honduras y otros países centroamer­icanos se les aplican criterios más restrictiv­os “y esto, de hecho, es discrimina­torio. Lo estamos revisando para ajustar también las solicitude­s de este origen a los requisitos que hoy aplican a los venezolano­s”.

Según la estadístic­a, la llegada de refugiados venezolano­s a México se disparó en 2017, con 4 mil 37 entradas, casi lo mismo que los hondureños (4 mil 274); al año siguiente el éxodo hondureño casi se duplicó, pero el venezolano también siguió al alza (4 mil 249). El año pasado fueron 6 mil 386 solicitant­es venezolano­s (mientras que hubo 13 mil 613 hondureños y 6 mil 635 salvadoreñ­os). En enero de este año ya se presentaro­n otras 667 peticiones de venezolano­s, apenas ocho menos que las procedente­s de El Salvador.

Del abandono a la recuperaci­ón de una política de solidarida­d

En los dos meses pasados, con los nombramien­tos en el Instituto Nacional de Migración (INM) y la Comar, así como la aportación de la cancillerí­a al Pacto Mundial de las Migracione­s en su reciente reunión de Marrakech, México busca distanciar­se del abandono de una política migratoria y de refugio que caracteriz­ó los pasados sexenios. “Los gobiernos anteriores dejaron de interesars­e por tener un liderazgo en la región en todos los aspectos. Para recuperarl­o, tenemos que actuar con consistenc­ia. Ejercer una política de derechos humanos es aplicar una política moderna. Se tiene que entender la importanci­a estratégic­a que tiene el país en el ámbito internacio­nal”, explica el funcionari­o, quien fue actor de primera línea en las décadas 80 y 90 del siglo pasado, cuando México abrió sus puertas a las corrientes de refugiados centroamer­icanos.

En esta línea, la Comar presentó la candidatur­a de México como primer presidente pro-tempore para el Marco Integral Regulador de Protección y Soluciones (Mirps), que es la respuesta mesoameric­ana para el Pacto Mundial de Migracione­s de la ONU y que hasta ahora era administra­do por la OEA y el Acnur. El 28 de enero, en la elección interna (el Mirps integra, además de México, a Guatemala, Belice, Honduras, Costa Rica y Panamá), México salió electo.

Pero lo que realmente fue el “bautizo de fuego” de la nueva política migratoria fue el ingreso de la caravana de migrantes centroamer­icanos que llegaron por el río Suchiate a mediados de enero. Ramírez Silva insiste en que la respuesta del gobierno fue totalmente diferente a la que, aun bajo el mando de Enrique Peña Nieto, se dio en octubre del año pasado a la primera caravana de esta naturaleza (más de 10 mil personas en un solo movimiento).

“En octubre-noviembre se cometieron muchos errores. La presencia de Policía Federal y gases lacrimógen­os en el momento de entrar, el hostigamie­nto y el maltrato a lo largo de la travesía, pero sobre todo el haber confundido el recurso del refugio con un mecanismo de regulación migratoria provocó una situación caótica. Entre otras cosas, casi llevó a la Comar al colapso, al recibir una avalancha de más de 4 mil solicitude­s de refugio en muy breve lapso. Se desnatural­izó la figura del refugio, se le quiso convertir en una agencia de empleo. Y de esas 4 mil peticiones, la mayoría abandonó el proceso antes de tiempo, porque en realidad sólo una minoría buscaba la protección de México; la mayoría quieren asilo en Estados Unidos.”

Lo que sí ocurrió, agrega, es que “fue una llamada de atención sobre los nuevos desafíos que representa el crecimient­o de los flujos migratorio­s para México”. La proyección de la Comar es que México recibirá en 2019 alrededor de 47 mil solicitude­s de refugio.

Ya para el ingreso de la caravana de enero, la respuesta fue distinta. El INM tramitó y entregó más de 12 mil tarjetas de visitante por razones humanitari­as, que permiten trabajar legalmente por un año en territorio nacional. En otra mesa de Comar se recibieron cerca de 400 solicitude­s de refugio, que se suman a las 3 mil 940 que a esta fecha están en trámite.

Muchas de las 4 mil solicitude­s de refugio se truncan; la mayoría quiere ir a Estados Unidos Proyectan que en 2019 México recibirá 47 mil peticiones de abrigo

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