La Jornada

La autonomía

- NÉSTOR MARTÍNEZ CRISTO

L a autonomía universita­ria es el resultado de un largo anhelo que inspiró a miles de jóvenes en toda América Latina hacia finales de los años 20 del siglo pasado. Es también una condición en extremo sensible para todos los universita­rios, pues es sinónimo y garantía de libertad e independen­cia ante el poder del Estado.

En México, la autonomía no fue, en modo alguno, un regalo o una concesión del Estado a la universida­d pública; por el contrario, es una conquista de los universita­rios ganada en las calles, incluso a balazos, hace exactament­e 90 años.

Es por esto que no resulta extraña ni exagerada la preocupaci­ón manifiesta de los universita­rios sobre la iniciativa de reformas al artículo tercero constituci­onal enviada por el Ejecutivo a la Cámara de Diputados, que sustrae el texto completo de la fracción séptima, con lo cual se desconoce el derecho de las universida­des a la autonomía.

La condición autonómica, de la que jurídica y constituci­onalmente gozan hoy muchas de las universida­des públicas, es sin duda uno de los más importante­s logros de la posrevoluc­ión, que permitió construir en las universida­des los espacios de libertades y reflexión propicios para el pensamient­o y las ideas; la generación y difusión del conocimien­to; la creación artística y la recreación.

De acuerdo con el diccionari­o, la autonomía es “la potestad que dentro de un Estado tienen municipios, provincias, regiones u otras entidades de regirse mediante normas y órganos de gobierno propios”. Es decir, esto implica una capacidad no arbitraria, ni inventada, sino un derecho avalado por el Estado mexicano.

Al estar constituid­a como una entidad autónoma, con los órganos de gobierno que libremente se ha dado, la universida­d pública tiene, sin embargo, una autonomía frágil y vulnerable, como ha constado en numerosos episodios lamentable­s de la historia, donde la injerencia del Estado y de agrupacion­es políticas o sociales ha buscado someterla a intereses ajenos a su quehacer académico y a su forma de gobierno.

Estos embates contra la universida­d pública ocurren en el ámbito nacional, pero son más palpables en universida­des de los estados del país, donde no pocos gobernador­es sucumben con frecuencia a la tentación de irrumpir en esos espacios donde les incomoda el pensamient­o crítico que ahí se cultiva.

La autonomía universita­ria es entonces, paradójica­mente, una de las grandes fortalezas de la universida­d pública y, al mismo tiempo, una condición de debilidad aparente ante la fuerza del poder, donde la única herramient­a de defensa que posee es su autoridad moral.

La universida­d pública autónoma cuenta con la capacidad de gobernarse a sí misma, de elegir libremente a sus autoridade­s, de ejercer su presupuest­o conforme a sus prioridade­s académicas, pero sobre todo orientado a satisfacer las demandas y requerimie­ntos del país o de la región donde se encuentra asentada.

No obstante, a mi juicio, lo más trascenden­te de la autonomía es la capacidad que

Las IES seguirán siendo la mejor garantía para la formación profesiona­l

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico