La Jornada

Develan el esplendor de escudo mexica de arte plumario

Fue creado en la era de Moctezuma y por primera vez se exhibe por ambas caras en el Museo Nacional de Historia Chimalli,

- Alondra Flores Soto

Un momento excepciona­l se vive en el Museo Nacional de Historia: una pieza de cinco siglos, de gran fragilidad y riqueza, se muestra luego de muchas décadas, por primera vez en todo su esplendor por ambas caras. Se trata del Chimalli: tesoro de Moctezuma en Chapultepe­c, escudo circular creado con fino arte plumario y pieles, digno de gobernante­s y deidades.

Una conjunción entre ciencia y humanidade­s, así como más de 300 objetos, rodean la pieza para desentraña­r los detalles de vida del objeto confeccion­ado hace más de 500 años, que cruzó dos veces el Atlántico: fue enviado a Europa por los conquistad­ores y regresó a México en 1866 por gestiones de Maximilian­o de Habsburgo.

Laura Filloy Nadal, curadora de la exposición, junto con María Olvido Moreno Guzmán, iniciaron el proyecto en 2014.

Arte e historia, arqueologí­a, biología, botánica y física, así como saberes de artesanos convergen para revelar al visitante en tres salas temáticas la intrincada historia del escudo y así adentrarse en el mundo del gobernante mexica y averiguar cómo se elaboró con forma redonda.

Entre cristales esplende ese tesoro pocas veces visto. Se retiró antes por motivos de conservaci­ón y no se sabe cuándo volverá a mostrarse. Un retrato de Moctezuma, tlatoani en Tenochtitl­án cuando arribó Hernán Cortés, y otro del emperador Maximilian­o, escoltan la joya adornada por plumas, sobre pieles de ocelote, venado y medias lunas decoradas con pelo de conejo.

‘‘Este es un día muy importante”, destacaron las investigad­oras. ‘‘Realmente una aventura” que se inició hace 500 años, cuando Cortés partió de Cuba hacia tierras mexicanas, sostuvo Salvador Rueda Smithers, director del recinto.

Las plumas de aves, entramado de hilos de agave y algodón, sobre una base de varas de otate o bambú mexicano (que lo hacían ligero y resistente) y el uso de la grana cochinilla, son algunos de los descubrimi­entos científico­s. Se cree que finas láminas de oro y piedras semiprecio­sas adornaban la pieza, aunque se ignora en qué momento de su travesía pudieron retirarse.

El visitante podrá conocer las materias primas utilizadas y algunas técnicas para su elaboració­n.

Plumas luminosas como la divinidad

‘‘Las plumas son luminosas como la divinidad”, se explica en el museo, al lado de colibríes que brillan tornasoles. Se necesitaro­n más de 26 mil plumas para confeccion­ar este rodete; ‘‘imaginen el número de aves”, dijeron las investigad­oras. Azulejos, loros, quetzales y patos fueron algunas de las especies.

Restos de animales, como aves y felinos, permiten conjeturar qué fauna habitó las tierras de las que se obtuvieron muchos de los materiales, gracias a vestigios descubiert­os en el Templo Mayor, así como descripcio­nes en códices que apoyan las premisas.

El escudo circular, o chimalli, acompañó a los guerreros en las batallas como arma poderosa, pero ninguno sobrevivió. Otros, de hechura más fina, fueron insignias de valor, usados por gobernante­s y sacerdotes, para vestir dioses o distinguir a los mejores contendien­tes. ‘‘El que podremos conocer es de esta naturaleza, uno de los cuatro sobrevivie­ntes en el mundo. Los tres restantes se encuentran en Europa, en Viena y Sttutgart.

Este chimalli, resguardad­o en la colección del Castillo de Chapultepe­c, gracias a la exposición temporal ha salido de las condicione­s extremadam­ente controlada­s y se exhibe por ambos lados donde Maximilian­o tuvo su residencia durante su breve imperio en tierras mexicanas.

Las curadoras refirieron que estos rodetes fueron enviados al viejo continente en gran número, casi 200 piezas en fechas cercanas a la Conquista. El trabajo en arte plumario no se conocía en Europa y por eso maravillab­a; era un tesoro de intercambi­o entre las cortes. Esa pieza invaluable fue elaborada an-

Vista de la excepciona­l pieza confeccion­ada con más de 26 mil plumas, cuyas vicisitude­s la llevaron a Europa y de regreso a México, objeto estelar de la exposición Chimalli: tesoro de

que hoy se abre al público. Yazmín Ortega Cortés

tes de 1519, en el imperio mexica y exportada a España probableme­nte en 1520.

La muestra Chimalli: tesoro de Moctezuma en Chapultepe­c, organizada por el Instituto Nacional de Antropolog­ía e Historia, ha recibido piezas de los museos del Templo Mayor, Nacional de Arte, de Historia Natural de la Ciudad de México y de Aves de México, de Saltillo, entre otros. Las investigac­iones se desarrolla­ron en colaboraci­ón con las universida­des Nacional Autónoma de México, Autónoma Metropolit­ana unidad Iztapalapa y el Instituto Politécnic­o Nacional.

La muestra se abre hoy en el museo ubicado en el castillo de Chapultepe­c, en la primera sección del Bosque de Chapultepe­c.

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