De pasadita
DE NADA HAN servido las experiencias vividas en las demarcaciones del sur de la ciudad, esas, las llamadas rurales. Aisladas y pobres, expuestas al crimen y encajadas en el olvido gubernamental, Xochimilco, Tláhuac y Milpa Alta, principalmente, escriben episodios de violencia inimaginables en esta urbe.
EL MÁS RECIENTE aconteció en Xochimilco, en el poblado de San Francisco Tlalnepantla, para ser exactos. Encender de furia a una turba que asesina a un hombre solo por el grito de una voz que lo acusa de un crimen nos habla de ese abandono en el que la ley es un sentimiento colectivo que poco o nada tiene que ver con algún reglamento de convivencia y nos asegura que es este gobierno el que tiene que volver los ojos, junto con las instituciones, a esa parte de la ciudad.
NO BASTA CON el patrullaje aleatorio, se requiere de la presencia de todos los órdenes de procuración justicia. Policías en las calles, agentes del Ministerio Público incorruptibles o poco afectos a prácticas deshonestas, proyectos que involucren a los habitantes en la seguridad pública, accesibilidad rápida a las colonias y barrios, y todas las formas que se puedan dar con tal de erradicar la violencia en aquella región.
DE REFILÓN: Y Mauricio Toledo, como el güisquero escocés: sigue tan campante.
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