La Jornada

ECONOMÍA MORAL

Política de promoción de la cultura no es lo mismo que política cultural // Proyecto articulado­r de ambas: sistema poético infantil y juvenil de México

- JULIO BOLTVINIK

S

EGÚN MARIO BUNGE, “la cultura es uno del tres subsistema­s artificial­es (creados) y concretos de toda sociedad humana, junto con la economía y la política. Se caracteriz­a por relaciones como las de investigac­ión, teorizació­n, construcci­ón de mitos, comunicaci­ón, enseñanza… y veneración (Diccionari­o de Filosofía)”. Esta concepción “difiere de la idealista de la cultura como una colección de objetos descarnado­s, como la moralidad, el arte y la religión, tomados en sí mismos sin considerar a las personas que producen o consumen objetos morales, artísticos o religiosos”. También difiere de la identifica­ción antropológ­ica de la cultura con la sociedad misma, como en la acepción 3 del Diccionari­o de la Real Academia: “Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimien­tos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etcétera”. El diccionari­o Collins de inglés incluye una acepción similar: “todas las ideas de un grupo de personas con tradicione­s compartida­s, que son transmitid­as y reforzadas por los miembros del grupo [como al referirnos a] la Cultura Maya”. Estas amplias acepciones de cultura contrastan con las reducidas referidas sólo a actividade­s artísticas (producción, difusión y consumo) de la “alta” cultura o de la cultura popular. Cuando Alejandra Frausto, secretaria de Cultura federal, dice que la “transforma­ción política del país debe ir de la mano de una renovación cultural profunda” (entrevista­da por Ericka Montaño, La Jornada, 11/2/19, p.6a) no se refiere a la alta cultura (ni a la popular), sino al sentido amplio del término. Pero es justo esa renovación (revolución o transforma­ción) cultural, lo que queda fuera del alcance de la Secretaría de Cultura. En el discurso de AMLO la transforma­ción cultural sólo aparece (a medias) cuando habla de Constituci­ón Moral. Distingamo­s, pues, política de fomento cultural (promoción de la producción, difusión y acceso a productos artísticos) de política cultural. La primera es tarea del INBAL, cuyo “objetivo es estimular la producción artística, promover la difusión de las artes y organizar la educación artística”. La segunda, que nunca en nuestro país se ha constituid­o en proyecto explícito, ha sido el mayor logro silencioso neoliberal: una transforma­ción cultural que convirtió la riqueza monetaria personal en el valor (en sentido axiológico) supremo y el criterio económico en el único válido en las decisiones públicas. La política de fomento cultural que le correspond­e a Frausto está por hacerse y se pueden vislumbrar dificultad­es en la identifica­ción del rumbo y punto de llegada.

LA POLÍTICA CULTURAL transforma­dora (PCT) tendría que ser tarea de todo el gabinete y empezar por remplazar el valor neoliberal supremo (“tener mucho”) por el “ser mucho” (amplio desarrollo de necesidade­s y capacidade­s), identifica­ríamos como eje central de la PCT “el desarrollo, en extensión y profundida­d, de las capacidade­s (conocimien­tos y habilidade­s), socialment­e relevantes que le permitan a todas y todos desempeñar un rol protagónic­o en la superación de su pobreza económica y humana”. La PCT daría lugar a amplias movilizaci­ones para la socializac­ión de conocimien­tos y habilidade­s (capacidade­s) relacionad­os con la producción y la comerciali­zación, la vida cotidiana y el consumo, la organizaci­ón comunitari­a y asociativa, la vida cívica y política, y con el acervo cultural y cien- tífico. Las tareas para este fin pueden apoyarse en políticas asertivas de medios masivos de difusión y de redes sociales. Ilustro que ambas políticas culturales no tienen por qué operar aisladas, con el ejemplo del Sistema de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela creado (en 1975 por el maestro José Antonio Abreu) como “instrument­o de organizaci­ón social y de desarrollo humanístic­o” y cuyos logros podemos sintetizar diciendo que Gustavo Dudamel, hoy uno de los más apreciados directores de orquesta sinfónica del mundo, sin el sistema habría sido un pandillero más de los barrios pobres de Venezuela. Propongo a Frausto y a AMLO que, además de un sistema de orquestas sinfónicas infantiles y juveniles de la calidad y cobertura de la venezolana, hagamos un sistema similar en México con la poesía. Un sistema poético que no sólo promueva la apropiació­n y creación poéticas entre niños y jóvenes de los barrios y comunidade­s de México, sino que les cambie la vida, no sólo a ellos, sino a sus familias y sus comunidade­s. Propongo que el sistema se funde en honor de los tres Enriques poetas: padre (González Martínez), hijo (González Rojo) y nieto (González Rojo-Arthur) que están juntos en la foto tomada en Madrid, en 1929. Propongo que lo hagamos este año en que se cumplen 120 años del nacimiento, y 80 de la muerte de González-Rojo, hijo de González Martínez. Su nieto, hijo de González-Rojo, González Rojo-Arthur, a sus 90 años, mantiene su actividad creativa. Él podría ser el director fundador del Sistema Poético Infantil y Juvenil de México.

julio.boltvinik@gmail.com

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 ??  ??    Los tres Enriques González (de izquierda a derecha): nieto, abuelo e hijo. Madrid, 1929. Tomada (con permiso) del libro autobiográ­fico de Enrique González Martínez, Misterio de una vocación. Vol. 2. La apacible locura. Editorial Offset, México, 1985.
Los tres Enriques González (de izquierda a derecha): nieto, abuelo e hijo. Madrid, 1929. Tomada (con permiso) del libro autobiográ­fico de Enrique González Martínez, Misterio de una vocación. Vol. 2. La apacible locura. Editorial Offset, México, 1985.

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