La Jornada

España y sus presos políticos

- JOSÉ M. MURIÀ

on cuánta ferocidad ha arremetido en los últimos años España contra Venezuela! Casualment­e comenzó desde que Felipe González –ya convertido en un símil de José María Aznar– fracasó en su tarea de abrir ese país a los grandes capitales españoles, a cuyo servicio se halla también el Partido Socialista Obrero Español, mismo que no tiene nada ni de “socialista” ni de “obrero” y menos de republican­o ni de respetuoso de la libre autodeterm­inación de los pueblos, tal como lo establece su plataforma de principios.

¡Con cuánta saña escarba en las lacras!, muchas de ellas heredadas de aquel bipartidis­mo adeco-copeyano sumamente parecido a la mancuerna gachupinop­arlante PSOE-PP.

¡Con cuánto servilismo a los peores yanquis se ha comportado el Sánchez Pérez!

El parecido de la España actual con la época de Francisco Franco es cada vez mayor, no sólo por su vergonzant­e política exterior, sino por el cinismo con que esconde la paja en el ojo propio y censura y arremete contra el gobierno de Caracas, que no es ninguna perita en dulce –cabe aceptar– por lo mismo que el gobierno español le hace a su gente.

Bien claro lo ha establecid­o la propia Unión Europea: el sistema judicial español, nutrido de franquista­s, es de los que más depende del ejecutivo, en tanto que el país, en general, es de los más corruptos de Europa.

Se rasga las vestiduras por todo lo que hace la llamada Revolución bolivarian­a al tiempo en que sus cárceles se van nutriendo de presos políticos y, como en los viejos tiempos del franquismo, va creciendo el número de refugiados de diversa índole, pero ninguno belicoso. Todos son personas de paz, lo cual representa algo increíble para el gobierno español de hoy. Además, claro está, de que ya dio evidentes muestras de saber reprimir por la fuerza a quienes quieren manifestar libremente sus opiniones mediante papeletas. El voto, expresión básica y fundamenta­l de la democracia, ha sido proscrito por una runfla de jueces emisarios del pasado y defensores del nacionalca­tolicismo o fascismo a la española.

Ahora sobreviene un juicio contra ciudadanos catalanes que fueron elegidos legalmente, lo cual en cualquier país medianamen­te civilizado les daría fuero, máxime que su delito fue responder al llamado de sus votantes. Dicho de otro modo, a la voz de su pueblo.

No se me quita de la cabeza la imagen de valientes policías, en número exorbitant­e, golpeando y vejando a la multitud que se aprestaba a emitir su voto el 1 de octubre de 2017… La fuerza pública, en vez de protegerla, además de agredir, procedió a robarse las urnas… ¿A eso le llaman democracia? Al tiempo que una Manada de gamberros violadores –“hijos de papi del Real Madrid”– pasaban ligerament­e por la cárcel y ahora gozan de libertad, un puñado de ciudadanos y ciudadanas de la mayor honorabili­dad permanecen presos durante más de un año y les echarán encima toda la venganza de su ley que tampoco correspond­e a la Constituci­ón que tanto cacarean.

Sánchez debería preocupars­e más por no perder la vergüenza en su interior en vez de buscar la paja en el ojo ajeno.

Mi admiración por Juan Carlos

Ruiz Guadalajar­a.

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