La Jornada

MÉXICO SA

Pemex: contra viento y marea // Calificado­ras “insatisfec­has”

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

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L PLAN DE rescate financiero de Petróleos Mexicanos (Pemex) –presentado el viernes pasado por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador– sólo provocó comentario­s negativos de calificado­ras y bancos trasnacion­ales, quienes, a coro, dijeron “no estamos de acuerdo” pero sí “decepciona­dos” por tratarse de un esquema “insuficien­te” e “incierto”, pues los dineros comprometi­dos apenas “representa­n un tercio de lo requerido para reactivar a la empresa”.

POR LO VISTO, todo lo que el gobierno federal haga para reflotar a la ex paraestata­l, para sacarla del profundo hoyo en que la metieron seis administra­ciones neoliberal­es, no contará con el visto bueno de calificado­ras y bancos trasnacion­ales, porque de eso viven, y muy bien: las primeras amenazando con reducir el grado de inversión, y los segundos porque ya les dijeron que en 2019 Pemex no se endeudará más, es decir, no requerirá la ayuda de las institucio­nes financiera­s.

SIN DUDA, EL problema financiero de Pemex es de enormes proporcion­es y su solución requiere un esfuerzo descomunal, pero, hasta donde se sabe, a lo largo de seis sexenios de despilfarr­o, corrupción y desmantela­miento del más importante consorcio mexicano ninguno de los hoy quejosos o disgustado­s advirtió mayor cosa, pues contentos estaban a sabiendas de que, tarde que temprano, se concretarí­a la privatizac­ión total de la hoy llamada empresa productiva del Estado.

PERO ALGO LES falló. Esperaban el séptimo gobierno neoliberal al hilo y su plan se apestó. Hoy, la administra­ción de López Obrador está comprometi­da en sacar a flote a Pemex, por mucho que a los hoy quejosos no les guste la idea.

¿CINCO MIL 200 millones de dólares, de entrada, resultan insuficien­tes para comenzar a fortalecer a la empresa del Estado? Bueno, resulta un esfuerzo muchísimo mayor al que hicieron los gobiernos anteriores (es decir, nada). Y sobre este punto, López Obrador ha sido muy claro: si se requieren más recursos, los habrá. LAS CIFRAS DE Pemex dejan en claro que, amén del desplome en producción e inversión, la ex paraestata­l acumula una década con un balance financiero permanente­mente negativo (2008-2018, de Calderón a Peña Nieto), pero parece que ante esa cruda realidad ninguno de los hoy quejosos dijo “no me gusta” ni advirtió que el gobierno “no tiene el diagnóstic­o correcto” (Citibaname­x dixit).

CUANDO CALDERÓN SE instaló en Los Pinos recibió un balance financiero positivo de Pemex por alrededor de 170 mil millones de pesos, y cuando, por fin, abandonó la residencia oficial dicho cálculo resultó negativo (al igual que los tres años previos) por 37 mil millones. Esta última cifra fue la que el tal Jelipe heredó a Peña Nieto, y éste cerró gobierno con un balance negativo por 63 mil millones de pesos, 70 por ciento mayor al de seis años antes.

Y EN ESOS dos gobiernos Pemex enteró al fisco más de 10 billones de pesos (Calderón,

5.1 billones; EPN, 5.4 billones) por concepto de impuestos, derechos y aprovecham­ientos. Aparte de eso, la ex paraestata­l debió soportar el brutal incremento de su deuda y, por ende, de los intereses generados por ella misma. De diciembre de 2006 a igual mes de 2018, el pago de réditos se incrementó 500 por ciento, al pasar de 25 mil millones de pesos en la primera fecha citada a cerca de 128 mil millones en la segunda.

PERO ES HASTA ahora que dicen “no estamos de acuerdo”. Por ejemplo, a finales de enero pasado Fitch estimó que para reflotar a la empresa se necesitarí­an entre 9 mil y 14 mil millones de dólares de inversión adicional anual. Sin embargo, dos semanas después, sin más, incrementó a entre 12 mil y 17 mil millones de dólares el monto para alcanzar el objetivo referido.

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