PUNTOS SOBRE LAS ÍES
Recuerdos / Empresarios (C)
O PUEDO CREERLO…
HABER LLEGADO A ganizó una charreada en honor del rey Carol de Rumania y decidió darme en ese festejo, la alternativa de charro, debiendo yo colear con ese fin, un novillo.
“CREO QUE LO de menos fue el coleo, ya que, acostumbrada al ganado y a los caballos, no me fue difícil aprender a coger la cola a un toro que huía, abrir el caballo, alejándolo de la res, al tiempo que la sobrepasaba con objeto de hacerla perder el equilibrio. Las espectaculares caídas eran emocionantes.
“PERO, MI PREPARACIÓN activa fue lo de menos. Lo que nos dio más trabajo fue mandar hacer el traje y el sombrero y escoger el arreo, ya que el marqués era muy exigente cuando se trataba de los detalles que rodeaban al jinete mexicano.
“YO NUNCA HABÍA visto a un rey que no fuera fabricado en Hollywood. Por ello, la mañana del festejo, mientras esperaba a caballo la llegada del ex monarca, mis pensamientos eran todos para él. ¿Cómo sería? ¿Cómo iba a tratarle? ¿Majestad? Lo de majestad me recordaba las películas de Los Tres mosqueteros. Ruy había dicho señor. Sería: ¿cómo está vuestra majestad, señor? ¡Que confusas me parecían estas cosas protocolarias!
“EN ESTO APARECIÓ un hombre de aspecto nítidamente extranjero. Era, indudablemente, una persona fina: era el ex rey Carol.
“LO VI APROXIMARSE modestamente, casi humildemente; los caballistas que lo rodeaban no apagaban su presencia, que me pareció vivir cierta ausencia espiritual. Me saludó con amable sonrisa, mientras Ruy y el marqués juntaban los pies y saludaban a la visita con el debido protocolo. Yo, entre tanto, admiraba la desenvoltura con que hablaban en términos cortesanos. Felizmente, poco a poco, verifiqué –y más tarde confirmé– que para las situaciones protocolarias no hay nada como una sonrisa y un caballo, que, en buenas manos, sabe hablar. Coleé con mucha suerte a un novillo que dio la clásica y tan deseada caída de abanico”; esas, de las “que saben a palmas y a lauros, como decía don Carlos. No quise repetir la proeza, por si acaso, y me retiré entre los aplausos de los espectadores, las sonrisas del monarca y la mirada aprobatoria de mi maestro. ”
(CONTINUARÁ)
(AAB)
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