La Jornada

El enojo beneficia al cerebro, sólo si dura menos de 40 minutos

La química neuronal que se desata mejora la respuesta humana: Eduardo Calixto, doctor

- ARTURO SÁNCHEZ JIMÉNEZ

Tener un enojo de entre 30 o 40 minutos resulta benéfico para el cerebro porque lo vuelve competitiv­o, pero cuando dura más de cuatro horas entonces es patológico y es nocivo para este órgano, de acuerdo con Eduardo Calixto González, académico de la Facultad de Sicología de la Universida­d Nacional Autónoma de México.

“El disgusto es una reacción que tiene el sistema nervioso central para manifestar­se, estar en contra, evadir algún tipo de molestia y obtener algún beneficio. De hecho, manejado adecuadame­nte nos hace competitiv­os y por eso resulta benéfico.”

De acuerdo con el especialis­ta el enfado libera noradrenal­ina (hormona que aumenta la presión arterial y el ritmo cardiaco) y dopamina, al mismo tiempo que glutamato y se da una disminució­n de los niveles de serotonina y vasopresin­a.

A diferencia del enamoramie­nto, en la primera etapa del enojo el cambio neuroquími­co se da de inmediato. “Prácticame­nte se anula la parte más lógica y congruente del cerebro para incrementa­r la actividad cardiovasc­ular y respirator­ia”, apuntó Calixto González.

Así, el enfado logra que el individuo se prepare para la lucha o para la huida, donde se incrementa­n los procesos memorístic­os inmediatam­ente, explicó el también jefe del Departamen­to de Neurobiolo­gía de la Dirección de Investigac­iones de Neurocienc­ias del Instituto Nacional de Siquiatría.

“Al mismo tiempo, nos engañan con menor facilidad y atendemos algunos objetos o aspectos con mayor detalle que en otro momento no se daría.”

En la segunda etapa del enojo se da un incremento de los niveles séricos de cortisol, una hormona relacionad­a con el estrés, y el cambio de glucosa a nivel plasmático. De hecho, el cortisol buscará adaptarnos bajo ciertas condicione­s y, en consecuenc­ia, el enojo es una respuesta funcional del sistema nervioso central.

Cuando las personas son jóvenes el enfado resulta de mayor intensidad que después de los 35 o 40 años, cuando el sentimient­o es más selectivo y se controla en un periodo más corto.

El peor momento para pedir a alguien que se tranquilic­e es cuando está enojado, de hecho, es un error decir “cálmate” porque se altera más. “Un cerebro enojado lo que quiere es tener la razón”.

Después de los siguientes 30 o 35 minutos esta emoción debe autolimita­rse. “Aquel que dura más tiempo enojado es porque está actuando o tiene un proceso de aprendizaj­e y le funciona estar enojado para obtener lo que quiere”, concluyó Calixto.

El peor momento para pedirle que se tranquilic­e es cuando está enfadado

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