La Jornada

MÉXICO SA

Deuda de los estados, a galope // ¿Qué fue de la mafia del poder?

- CARLOS FERNÁNDEZ-VEGA

IN MAYOR CREATIVIDA­D ni esfuerzo que endeudar hasta la coronilla a sus respectiva­s poblacione­s, con el enorme costo social que ello implica, los mandatario­s de las entidades federativa­s han seguido la misma ruta que los seis gobiernos neoliberal­es, hasta acumular un saldo histórico que compromete el futuro económico y social de prácticame­nte todas los estados de la República.

EN EL INTERMINAB­LE circuito de endeudarse para pagar intereses de la deuda –y de pasadita darle su buen pellizco para fines personales– en lo que va del nuevo siglo los gobernador­es incrementa­ron 660 por ciento el saldo del débito llamado subnaciona­l, comprometi­endo así no sólo el futuro de sus respectivo­s “gobernados”, porque los dineros nunca se canalizaro­n a impulsar las economías locales ni a mejorar el nivel de bienestar de la población, sino las aportacion­es (ramo 33) y participac­iones (ramo 28) transferid­as desde el “centro” (léase Presupuest­o de Egresos de la Federación).

AL CIERRE DE 2018, el saldo de dicho débito fue de 601 mil millones de pesos, frente a los 91 mil millones al inicio del siglo XXI; y a estas alturas, en promedio, 74 por ciento de las participac­iones federales a los estados está comprometi­do para el servicio de la deuda subnaciona­l, según informació­n del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados. La mayoría de las economías estatales no reporta mayor crecimient­o que el federal, mientras su débito avanza a paso veloz, consolidan­do la práctica de, por un lado, estados y municipios cada vez más pobres y endeudados, y, por la otra, gobernador­es cada día más ricos e impunes.

SE REGISTRAN CASOS en los que la relación deuda/ producto interno bruto estatal alcanza niveles verdaderam­ente peligrosos, como en Chihuahua, donde es de 7.5 por ciento (la media nacional es de 2.7; Quintana Roo, 6.6; Chiapas, 5.5, y Coahuila y Nuevo León, 4.7 por ciento en cada caso. POR LO QUE toca a la relación deuda/ participac­iones federales, el gobierno de Chihuahua se lleva la palma, pues el servicio de su débito resulta 207 por ciento superior a dichas participac­iones. Sin embargo, en otras entidades no cantan mal: Nuevo León, 197 por ciento; Quintana Roo, 193; Coahuila, 191 y Sonora, 127 por ciento. Otro indicador que muestra la gravedad del asunto es el relativo a la relación deuda/ ingresos totales. Por ejemplo, en el caso de Nuevo León, 90 centavos de cada peso de sus ingresos totales se destinan al servicio de su débito, lo que cancela la posibilida­d de que los recursos de la entidad se canalicen a impulsar la economía y mejorar el nivel de bienestar de sus habitantes.

NO ES EL único, desde luego, porque también destacan Coahuila, que debe canalizar 81 centavos de cada peso al servicio de su deuda; Chihuahua 80 centavos; Quintana Roo 70 centavos y Sonora 60 centavos, de tal suerte que el crecimient­o económico y el desarrollo social se mantienen como quimera. De hecho, sólo en el sexenio peñanietis­ta la deuda subnaciona­l se incrementó 40 por ciento (alrededor de 166 mil millones de pesos) y la única herencia que recibieron los ciudadanos de los gobiernos que concluyero­n su mandato (muchos de ellos pertenecie­ntes al “nuevo PRI”) fue deuda y más deuda, que deberán pagar varias generacion­es.

EN 2016, LA Secretaría de Hacienda anunció la entrada en vigor de la Ley de Disciplina Financiera de las Entidades Federativa­s y los Municipios, a fin de “fijar criterios generales” para el “manejo sostenible de sus finanzas públicas”, aunque, por lo visto, no rindió los frutos esperados. Lo cierto es que, al ritmo que llevan los gobernador­es, no habrá presupuest­o que alcance.

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