La Jornada

FORO DE LA CINETECA

Masacre

- CARLOS BONFIL

LOGIO DE LA serenidad. El realizador japonés Shin’ya Tsukamoto, una de las presencias más relevantes en el cine asiático contemporá­neo, goza entre muchos cinéfilos del prestigio de ser un gran pionero del llamado cine cyberpunk con obras tan poderosas como Tetsuo, el hombre de acero (1989) o Ichi, el asesino (2001). Manteniend­o el vigor de su propuesta genérica original, sorprendió a sus seguidores con Nobi: disparos al amanecer (2014), cinta antibélica que recreaba el clima de zozobra moral que se apoderaba de un grupo de soldados ante la derrota inminente de Japón durante la Segunda Guerra Mundial. Ese título retomaba, con impactante­s elementos visuales en su registro detallado de la violencia, el espíritu contestari­o del relato clásico de Shohei Ooka, Fuego en la llanura (1951) llevado por primera vez a la pantalla en la obra maestra homónima de Kon Ichikawa en 1959.

CON ESTOS ANTECEDENT­ES, apenas sorprende que Masacre (Zan, 2018), la película más reciente de Tsukamoto, desconcier­te de nueva cuenta a su nutrido número de fans en Occidente, pues, a pesar de su título escueto y duro, en realidad lo que ofrece ahora el director no es un despliegue de horror y de violencia gore, sino una sobria meditación moral sobre la inutilidad de la violencia, ilustrada aquí por la renuencia de Tsuzuki (Sosuke Ikematsu), joven samurái sin dueño, a recurrir a ella incluso en situacione­s muy extremas, aun cuando la cinta inicia con los ejercicios de un diestro manejo del sable que el protagonis­ta comparte con su joven discípulo, el aguerrido Ichisuke (Ryusei Maeda), hijo del

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