La Jornada

Además del pago desigual, la falta de peleas afecta a las boxeadoras: Zamora

- JUAN MANUEL VÁZQUEZ

Ibeth Zamora tenía programado pelear en estos días. Con poco tiempo de anticipaci­ón le avisaron que no habría función para ella. Desde que ganó el campeonato mundial mosca del CMB en mayo de 2018 sólo ha tenido un combate más en noviembre del mismo año. Ocho meses inactiva y sin ingresos, pero con los gastos que exige estar siempre lista para un llamado a defender su cinturón.

Si el domingo la estrella de la selección estadunide­nse Megan Rapinoe demandó igualdad salarial en el futbol femenil, Zamora contiene sus reclamos y sólo pide, por ahora, tener más cuidado con el calendario en su promotora.

“Es complicado tener que prepararse para una fecha”, explica la monarca; “físicament­e te entrenas con un programa, llegas a un máximo y de pronto tienes que relajarte porque no habrá pelea, además de tener que estar lista mentalment­e para una fecha precisa, con el estrés que eso significa y después empezar de nuevo”.

Ibeth, monarca en tres divisiones diferentes, observa que sus compañeros de compañía tienen combates con frecuencia. Mientras las mujeres padecen inactivida­d, algo común en el boxeo, donde las fechas se mueven, los acuerdos se caen y ellas quedan varadas y sin ingresos por su oficio.

“Hasta en Estados Unidos ya están volteando a ver el boxeo de mujeres”, plantea; “me gustaría que empezaran a ver hacia ese mercado para ampliar nuestras opciones”.

Ibeth titubea para hablar sobre los obstáculos específico­s para las mujeres en el boxeo, pero dice que no puede ocultarse que enfrentan más barreras en muchos sentidos, ya no sólo en ingresos frente a los varones, sino incluso para tener trabajo, esto es, ser incluidas en carteleras.

Cuando recuperó hace un año un título mundial, hizo planes sobre lo que esperaba le favorecier­a la condición de campeona. Esperaba pelear al menos tres veces al año. Ahora parece un poco impaciente mientras su cinturón se empolva a la espera de una retadora.

“Siento impotencia, porque siendo campeona no tengo todavía una fecha firme en ocho meses”, lamenta; “las mujeres ya demostramo­s que somos profesiona­les en actividade­s que antes eran exclusivas de los hombres, pero necesitamo­s poder mantenerno­s activas”.

A pesar de los avances en el boxeo de mujeres, el negocio sigue siendo un asunto de hombres. Ibeth piensa que si una mujer emprendier­a la promoción de mujeres, si una destacara en el negocio, podrían darse cambios más significat­ivos.

“Quizás hasta que una mujer se haga cargo de la promoción del boxeo femenil veríamos cambios más claros”, dice Ibeth; “tal vez será una de nosotras, una boxeadora cuando nos toque el retiro para hacernos cargo de esa función, tal vez sólo así habrá posibilida­d de un mejor escenario, no sólo en los pagos, sino en una actividad constante y respeto a los derechos de las mujeres. No podemos darnos el lujo de parar”.

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