La Jornada

Baja California: la encrucijad­a constituci­onal

- LUIS MARTÍNEZ FERNÁNDEZ DEL CAMPO

Ante todo, la expresión encrucijad­a tiene varios significad­os: quiere decir emboscada, acechanza, ocasión aprovechad­a para dañar al sistema constituci­onal vigente.

En su momento, el presidente López Obrador sostuvo desde Tepic, Nayarit, que él no se presta a este tipo de cochupos –acciones ilegales y deshonesta­s–. “Se me caería la cara de vergüenza si aceptara la Ley Bonilla”, afirmó.

Por instinto de conservaci­ón, todo orden jurídico nacional tiende a protegerse a sí mismo cuando se violenta flagrantem­ente la normativa constituci­onal, tal como acontece en Baja California. En este tema, están implica

dos el gobernador electo por dos años, el Congreso local y el próximo secretario de gobierno de la futura administra­ción estatal. Declaró Bonilla que Cuauhtémoc Cárdenas desconoce el sentir de los bajacalifo­rnianos, pasando por alto la argumentac­ión moral, política y jurídica del ingeniero.

Lo que pasa con los actores políticos en Baja California es un caso penoso de la degradació­n vigente. Vamos a ilustrar a don Jaime Bonilla por lo dispuesto en el artículo 136 constituci­onal, que establece que la Constituci­ón y los principios consagrado­s en la misma no perderán su fuerza y vigor, aun cuando una acción facciosa y golpista se intente.

No olvidar que el Presidente de la República pronunció las palabras establecid­as en el artículo 87 constituci­onal y de ese modo protestó ante el Congreso de la Unión “guardar y hacer guardar la Constituci­ón Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen y desempeñar leal y patriótica­mente el cargo de Presidente de la República”. Sin duda, la defensa de los principios que emanan de la Constituci­ón exige patriotism­o y el cumplimien­to de la palabra empeñada ante la República Mexicana también.

En este caso y colocados en el supuesto de que el derecho nacional fuese vulnerado, al violentars­e uno de los principios constituci­onales paradigmát­icos de la Constituci­ón del 17 –la no relección–, seguirá siendo la Constituci­ón nuestra norma suprema e inviolable. Mientras tanto, el espíritu de Madero, junto con todos nuestros muertos históricos, vigilan los territorio­s de Baja California.

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