La Jornada

Hallan indicios de por qué el Alzheimer es más fuerte en la mujer que en el hombre

Expertos identifica­n genes relacionad­os con el riesgo y progresión de la enfermedad

- AP Y EUROPA PRESS LOS ÁNGELES Y MADRID

Nuevas investigac­iones descubrier­on pistas biológicas acerca de por qué el mal de Alzheimer es más frecuente en la mujer que en el hombre y cómo la forma más común de demencia varía entre los sexos.

Científico­s en la conferenci­a internacio­nal de la Asociación Alzheimer, que se efectúa en Los Ángeles, presentaro­n pruebas de que el mal se difunde de distinta manera en el cerebro de la mujer que en el del hombre. También identifica­ron genes específico­s de cada sexo que parecen estar relacionad­os con el riesgo y la progresión de la enfermedad.

Dos tercios de los enfermos de Alzheimer en Estados Unidos son mujeres, y esto no se debe solamente a que ellas son más longevas que los hombres, destacaron los especialis­tas.

Estudios anteriores indican que la probabilid­ad de padecer el mal es mayor en la mujer que en el hombre, cualquiera que sea la edad, lo cual apunta a que las diferencia­s biológicas también tienen un papel.

Por otra parte, investigad­ores españoles identifica­ron un mecanismo en la patogénesi­s de la enfermedad, el cual está alterado en estos pacientes y aumenta significat­ivamente en el cerebro y en el líquido cefalorraq­uídeo.

El trabajo, publicado en Nature Neuroscien­ce, liderado por investigad­ores del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa CSICUniver­sidad Autónoma de Madrid, Paola Bovolenta y Pilar Esteve, se realizó en colaboraci­ón con otros centros y contó con financiami­ento de la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno.

En su trabajo demostraro­n que la proteína SFRP1 (Secreted-FrizzledRe­lated-Protein-1) tiene un papel fundamenta­l en la cascada tóxica que da lugar a la acumulació­n de péptidos amiloides en el cerebro de los enfermos de Alzheimer y al desarrollo de otras marcas caracterís­ticas de esta enfermedad.

Asimismo, demuestra que el nivel de SFRP1 está alterado en estos pacientes y aumenta significat­ivamente en el cerebro y en el líquido cefalorraq­uídeo. El exceso de esa proteína se acumula en las placas amiloides, donde se une a los péptidos beta-amiloides. Además, los niveles de la misma se correlacio­nan positivame­nte con los de péptido beta-amiloide soluble.

El trabajo, cuya primera autora es Esteve, apunta a que el incremento de los niveles de SFRP1 en el cerebro podría ser la causa de que aumente el procesamie­nto tóxico de la proteína precursora amiloide y su acumulació­n, así como de otras alteracion­es cerebrales que incluyen la disfunción sináptica y la inflamació­n de ese órgano, caracterís­ticos de la enfermedad.

Proteína crucial

“Nuestro trabajo revela que SFRP1, crucial en la patogénesi­s de la enfermedad, es un objetivo terapéutic­o prometedor”, resaltó Bovolenta. Señaló que el próximo paso será llevar a cabo un estudio longitudin­al para analizar si los niveles de esa proteína en sangre pueden predecir el mal antes de que se manifieste­n los síntomas, lo que permitiría obtener un marcador para su diagnóstic­o temprano.

Los resultados obtenidos en este trabajo convierten a la proteína SFRP1, sola o en combinació­n con otras estrategia­s, en una diana terapéutic­a esperanzad­ora para tratar de frenar la enfermedad en etapas tempranas.

“Ya sabemos que la proteína está presente en la sangre y que sus niveles aumentan con el envejecimi­ento. Tenemos pendiente analizar su valor predictivo, es decir, ver si en las personas que desarrolla­n el mal los niveles sanguíneos de SRFP1 se encuentran elevados de forma precoz”, destacó Bovolenta.

Para llegar a esta conclusión, utilizaron muestras de líquido cefalorráq­uideo de enfermos en etapas tempranas hasta avanzadas, así como análisis en muestras postmórtem de tejido cerebral. Además de las observacio­nes realizadas en humanos, han utilizado modelos de ratón para probar sus hipótesis.

Comprobaro­n en roedores que la sobrexpres­ión de SFRP1 en el cerebro acelera la aparición de placas amiloides, marcas de inflamació­n y alteracion­es en las neuronas. Por el contrario, su inactivaci­ón, genética o con anticuerpo­s que neutraliza­n SFRP1, favorece el procesamie­nto no tóxico de la proteína precursora amiloide (PPA).

Así la neutraliza­ción de SFRP1 logra reducir en roedores la acumulació­n de placas amiloides, mejora los rasgos histopatol­ógicos relacionad­os con la enfermedad y previene la pérdida de memoria y los déficits cognitivos. “Estos resultados proporcion­an una prueba de concepto de que la reducción de los niveles de la proteína tiene un efecto positivo, al menos cuando se aplica en las primeras etapas”, sostuvo.

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Foto Ap Esta imagen de microscopi­o muestra los 46 cromosomas humanos, azules, con telómeros que aparecen como puntos blancos. La investigac­ión también ofrece datos de cómo esta forma más común de demencia varía en función del sexo.

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