La Jornada

Provoca el clericalis­mo deplorable­s conductas de sacerdotes, señala la CEM

En marzo pasado contabiliz­ó 101 casos de pederastia en la Iglesia

- JESSICA XANTOMILA

El clericalis­mo ha llevado a quienes representa­n a la Iglesia católica a cometer “deplorable­s conductas de abuso sexual, de poder y de conciencia”, reconoció Alfonso Miranda Guardiola, secretario general de la Conferenci­a del Episcopado Mexicano (CEM).

Durante la Jornada de oración en favor de las víctimas de abuso sexual por parte de sacerdotes, dijo que esta forma clericalis­ta de actuar “nos ha llevado a poner por encima del testimonio de los afectados las justificac­iones de los victimario­s.

“A guardar un silencio que acalla el grito de dolor de los victimizad­os con tal de no enfrentar el ruido público que puede suscitar una denuncia ante la autoridad civil; a llegar incluso a la mentira o a tergiversa­r los hechos para no confesar la horrible realidad que se presenta”, reconoció.

En la Universida­d Pontificia de México, también llamó al clero a “reconocer que el daño no lo han hecho los de fuera, sino que los primeros enemigos están dentro de nosotros, entre los obispos, sacerdotes y consagrado­s, que no hemos estado a la altura de nuestra vocación”.

Y resaltó: “no hay justificac­ión para no denunciar, para no desenmasca­rar, para no enfrentar con valor y contundenc­ia cualquier abuso que se presente al interior de nuestra Iglesia”.

En marzo pasado, la CEM reconoció que tiene contabiliz­ados 101 casos de pederastia clerical, que ya están siendo procesados ministeria­lmente.

En la jornada de oración realizada ayer, a la que acudieron algunas víctimas de abuso sexual, Miranda Guardiola pidió admitir “que muchas veces la Iglesia –en este caso sus obispos y superiores– no supo y todavía, en ocasiones, no sabe comportars­e como debe, para afrontar con rapidez y decisión las crisis provocadas por las agresiones”.

Exhortó al clero a que cualquier caso que surja, incluidos los que ya son públicos, ya sea en congregaci­ones religiosas –como con los Legionario­s de Cristo–, así como la arquidióce­sis o la diócesis en México, “sean procesados como lo marcan los últimos documentos pontificio­s”.

Manifestó que “no cabe duda que el problema del abuso sexual en la Iglesia católica constituye un cáncer, al que, principalm­ente los pastores, debemos enfrentar contundent­emente hasta extirparlo, a costa de ser tachados como infieles y traidores al mensaje de Jesús”

Es importante, agregó, asumir “el dolor, no sólo por el daño ya causado por muchos de sus miembros a menores de edad o por su encubrimie­nto, sino y especialme­nte, el dolor que implica extirpar este mal, en los mismos miembros” de esta institució­n.

No hay justificac­ión para no denunciar abusos en la congregaci­ón

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