El Chapo, en cadena perpetua, pero el negocio sigue
Terminó el gran espectáculo mediático del juicio Joaquín El Chapo Guzmán. El protagonista central de la obra fue la corrupción generalizada a ambos lados de la frontera: presidentes, secretarios de Estado, jefes de policía, bancos, empresas, jueces, fabricantes de armas y hasta el policía de la calle, todo el elenco completo (o casi) del gran negocio de las drogas.
Joaquín El Chapo Guzmán Loera fue sentenciado a cadena perpetua más 30 años de prisión; es decir, quedará a deber 30 años de cárcel para su rencarnación.
Al otro día, Joe, Bill, Betty, Bernie y Donald, entre los miles de adictos del norte, recibieron su dotación de cada día sin ningún contratiempo, y las mafias a ambos lados de la frontera siguieron operando con un nuevo Chapo y algunos Chapitos que siempre son útiles y también desechables.
En los bancos y sus “paraísos fiscales” siguieron circulando los portafolios repletos de dinero ilegal, la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) recibió una estrellita en la frente. Todos felices de haber conjurado el mal para que todo pueda seguir igual. El Dow Jones discretamente brincó de gusto. El Chapo, en aislamiento total, alucina ver un pedacito de cielo desde una imaginaria, inexistente, ventanita en lo más alto de su celda de máxima seguridad. El tiempo se detuvo. La función terminó, el telón cayó, se apagaron las luces, todos aplaudieron y se fueron a cenar.
En defensa de la CFE
A contrapelo de que la calificadora Fitch Ratings critica los litigios emprendidos por la Comisión