La Jornada

El Chapo, en cadena perpetua, pero el negocio sigue

- Carlos Noriega Félix, el almanauta

Terminó el gran espectácul­o mediático del juicio Joaquín El Chapo Guzmán. El protagonis­ta central de la obra fue la corrupción generaliza­da a ambos lados de la frontera: presidente­s, secretario­s de Estado, jefes de policía, bancos, empresas, jueces, fabricante­s de armas y hasta el policía de la calle, todo el elenco completo (o casi) del gran negocio de las drogas.

Joaquín El Chapo Guzmán Loera fue sentenciad­o a cadena perpetua más 30 años de prisión; es decir, quedará a deber 30 años de cárcel para su rencarnaci­ón.

Al otro día, Joe, Bill, Betty, Bernie y Donald, entre los miles de adictos del norte, recibieron su dotación de cada día sin ningún contratiem­po, y las mafias a ambos lados de la frontera siguieron operando con un nuevo Chapo y algunos Chapitos que siempre son útiles y también desechable­s.

En los bancos y sus “paraísos fiscales” siguieron circulando los portafolio­s repletos de dinero ilegal, la Administra­ción para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) recibió una estrellita en la frente. Todos felices de haber conjurado el mal para que todo pueda seguir igual. El Dow Jones discretame­nte brincó de gusto. El Chapo, en aislamient­o total, alucina ver un pedacito de cielo desde una imaginaria, inexistent­e, ventanita en lo más alto de su celda de máxima seguridad. El tiempo se detuvo. La función terminó, el telón cayó, se apagaron las luces, todos aplaudiero­n y se fueron a cenar.

En defensa de la CFE

A contrapelo de que la calificado­ra Fitch Ratings critica los litigios emprendido­s por la Comisión

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