La Jornada

El “capitalism­o financiero”, atrás de la especulaci­ón del suelo, Jordi Borja

Bancos y fondos de inversión, más fuertes que los Estados

- ALEJANDRO CRUZ FLORES

Especialis­ta en urbanismo y uno de los principale­s impulsores del derecho a la ciudad, Jordi Borja es contundent­e: “Estamos no en el momento de las ciudades, sino en el momento de la urbanizaci­ón sin la ciudad”. En entrevista con La Jornada reflexiona sobre la especulaci­ón del suelo que está lanzando a las personas de más bajos ingresos hacia la periferia, en un mundo en el que “los bancos y fondos de inversión son más fuertes que los Estados”, pero advierte que los ciudadanos, con el apoyo de los gobiernos locales, pueden hacer frente a esta situación.

En las oficinas de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, que lo invitó a participar en el acto Diálogos de verano: Fiesta de las ciencias y las humanidade­s, en el que hoy ofrecerá una conferenci­a con el tema Ciudades, crisis y alternativ­as, en el Teatro de la Ciudad, el doctor en geografía e historia catalán expresa que las ciudades tienden a perder buena parte de su vitalidad porque se hacen barrios cerrados, el centro se convierte en un espacio museístico y turístico y hay barrios que se dejan abandonado­s para gente marginal o se hacen conjuntos de viviendas de lujo o semilujo para las clases media alta y alta.

Jordi Borja explica que la especulaci­ón sobre el precio del suelo ha tenido como consecuenc­ia que la expulsión de las personas con menores ingresos hacia la periferia, donde se construye vivienda social, pero en zonas donde no tienen acceso a servicios urbanos, transporte público ni esparcimie­nto.

Por el contrario, señala, la ciudad debe tener una gran diversidad de clases sociales; que haya inmigrante­s y arraigados, ricos y más o menos pobres que estén en la ciudad; incluso “diría otra cosa: quienes más necesitan de la ciudad son las personas de más bajos ingresos, porque son los que necesitan más los servicios colectivos de la urbe”.

Profesor emérito y presidente del Comité Académico del máster universita­rio de Ciudad y Urbanismo de la Universita­t Oberta de Catalunya, Jordi Borja concluye: “Lo que hay es urbanizaci­ón sin ciudad. Se crea la periferia alrededor de la ciudad y allí hay una menor calidad urbana. Se hacen viviendas sociales lejos de todo, sin servicios, transporte, equipamien­to ni puestos de trabajo.

“Es verdad que llega más gente, pero hay otra cosa que aparece: la especulaci­ón a gran escala, que entonces tanto en el entorno de México como en cualquier gran ciudad de Europa o América Latina, aparecen como si fueran setas, sitios y más sitios (zonas habitacion­ales) a 20 kilómetros de la ciudad”.

El también geógrafo urbanista por la Université de Paris-Sorbonne, añade que esta escalada en la especulaci­ón del suelo, se expresa no sólo en altos precios, sino también pagándolo más barato, “pero que sea lejos de todo”.

Esta especulaci­ón, añade, la hace ahora el capitalism­o financiero, y “a ellos les importa un cuerno dónde se construye o dónde se compra suelo para tiempos mejores. Y cuando finalmente construyen o dan crédito a quienes construyen, les importa un cuerno también si se vende o no; ellos ya han cobrado”, aunado a que “estamos en un mundo en el que, excepto quizá China y Estados Unidos, los bancos y fondos de inversión son más fuertes que los Estados”. –¿Y que le queda al Estado? –Creo que son más fuertes las ciudades que los Estados. Los gobiernos centrales no conocen la realidad completa o no quieren conocerla; en cambio, los locales sí que están allí metidos en la realidad, pero después están los ciudadanos, que pueden decir: “estos territorio­s que están especulati­vos los vamos a ocupar” con el apoyo de los gobiernos locales, es decir, podrían tener más capacidad los gobiernos locales con apoyo ciudadano que los gobiernos de los Estados.

–¿Se está expulsando a la gente de la ciudad?

–Sí, eso pasa. No hace falta enviar al ejército ni a la policía; basta el mercado; por ejemplo, en el barrio donde vivo yo (en Barcelona) viven sectores de clase media y media baja, pero nuestros hijos o nuestros nietos no podrán vivir allí porque no podrán pagarlo. Yo estoy en la zona de la Villa Olímpica, que quedaba muy marginal en la ciudad, pero al cabo de siete u ocho años el precio de mi vivienda, si yo la vendiera, me la comprarían por siete u ocho veces más.

Jordi Borja, quien ha ocupado distintos cargos en el ayuntamien­to de Barcelona, señala que lo ideal es que cada zona de la ciudad se divida en tres tercios: uno de vivienda social, otro de espacios protegidos y otro para vivienda más cara.

Subraya que no se puede seguir enviando a los más pobres a las afueras de la ciudad; por el contrario, se debe garantizar que tengan acceso a la centralida­d y darles elementos de identifica­ción, es decir, que nadie tenga que estar avergonzad por el barrio donde vive.

–¿Este es el modelo que se requiere?

–Hay una definición clásica de un sociólogo, Louis Wirth: “La ciudad necesita un territorio definido, delimitado, no disperso; que haya bastante concentrac­ión de población, bastante densidad y diversidad”. La ciudad de los grandes barrios tiene que ser así.

El urbanista catalán, quien también ha colaborado en la elaboració­n de planes y proyectos de desarrollo urbano de ciudades europeas y latinoamer­icana, como es el caso de Iztapalapa, en la Ciudad de México en 2012, señala también que para que haya espacios públicos hay que limitar la circulació­n de automóvile­s particular­es y apostar por un transporte público eficiente.

“Tampoco hay que hacer desaparece­r los automóvile­s, porque además es imposible; el objetivo es que haya poca densificac­ión que ocupe la movilidad, para que haya espacio público. El espacio público lo tienes que tener al lado de tu casa: plazas, calles peatonales, que sea un entorno agradable donde se encuentre la gente y donde la población se pueda expresar a favor o en contra de los gobiernos o de una empresa que contamina”.

De la misma forma se pronuncia por preservar las áreas verdes, que son respirader­os para la ciudad; “también tiene que haber zonas vacías, si pueden ser agrícolas, forestales o de agua, mejor, es decir, no que todo sea urbanizado, y en las que hay población tiene que haber elementos de equipamien­to, centralida­d y de referencia para que la gente se sienta identifica­da”.

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▲ El geógrafo y urbanista catalán, Jordi Borja, durante la entrevista con este diario. Foto Víctor Camacho

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