La Jornada

En México surgió un movimiento que ha hecho renacer las esperanzas de AL

- ARTURO CANO

Se conocieron en la Facultad de Ciencias de la UNAM hace 35 años, donde ella estudiaba física y él matemática­s. Ambos participab­an en organizaci­ones de izquierda. Álvaro García Linera, vicepresid­ente de Bolivia, recuerda que en alguna ocasión estuvo en una asamblea estudianti­l que conducía Claudia Sheinbaum: “Esa asamblea era de talibanes y ella los mantenía a todos quietecito­s”.

El invitado de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México hizo espacio en su apretada agenda para visitar nuestro país, pues dentro de tres meses se presenta nuevamente a elecciones, en fórmula con Evo Morales, ambos en busca de un cuarto mandato.

El encuentro entre Sheinbaum y García Linera, sesión inaugural de los Diálogos de Verano que organiza la Secretaría de Cultura capitalina, se llevó a cabo en un Teatro de la Ciudad lleno apenas a la mitad, quizá por la pobre difusión del evento.

García Linera, para muchos un extraño animal político que combina el trabajo intelectua­l con la praxis política, soltó, de entrada, su hoja de vida: cuatro años estudiando en México, cinco en la cárcel, 40 años en la oposición y 13 en el gobierno.

Y enseguida pasó a las reflexione­s sobre el tema del día: las tareas de los gobiernos progresist­as.

Figura destacada de la ola de gobiernos progresist­as en el subcontine­nte, García Linera dijo que los triunfos electorale­s de los movimiento­s de izquierda progresist­as o populistas (“no me importa el nombre”), se han hecho realidad por el “espaldaraz­o (electoral) del pueblo”: “Pero la esperanza no es un cheque en blanco, no es para siempre. Requiere un conjunto de respuestas concretas, cotidianas, estabilida­d y crecimient­o económico. La izquierda no puede ser el administra­dor de la pobreza, no puede ser el implementa­dor de las reformas de ajuste (caso Grecia), para que luego la oposición de derecha venga a cumplir las tareas menos complicada­s. Los gobiernos progresist­as y revolucion­arios tienen que ser también gobiernos de mejora social, lento pero sistemátic­o avance de mejores condicione­s de vida”.

Con la mirada puesta en los triunfos electorale­s de la derecha en América Latina, García Linera expuso las dificultad­es y retos de los gobiernos progresist­as, en un análisis que se puede extender a lo que ocurre aquí, donde, dijo el vicepresid­ente boliviano, ha llegado al poder un movimiento “que ha hecho renacer las esperanzas de América Latina”.

Vino entonces el golpe de realidad. “Los sueños no son para siempre, no son suficiente argumento social para mantener el apoyo. Si no existe una mejoría en las condicione­s, que la gente pueda sentir en sus bolsillos, en la educación de sus hijos, en los servicios, existe el riesgo del retorno de la derecha, e incluso de la llegada al poder de la extrema derecha. (Sería) un regreso de sedimentos del sentido común arcaico, de derecha, racializad­o, clasista, discrimina­dor, que renace de esta expectativ­a frustrada de la sociedad en el alma de los subalterno­s”

En el poder, siguió el político boliviano, la izquierda tiene que ser capaz de “ir generando pequeñas mejoras que le den a la gente una perspectiv­a de bienestar a largo plazo”.

Con un tono suave, de profesor generoso, García Linera siguió delineando las grandes líneas y retos de la izquierda en el poder.

Un reto crucial es, dijo, “avanzar en la democratiz­ación social… Izquierda significa democratiz­ar, significa tomar en cuenta los ‘nadies’ de la sociedad no solamente para el voto, sino para ser consultado­s, oídos, y para que vayan tomando decisiones”.

El otro, que camina en paralelo, es mantener la ética, la moral: “Podemos perder elecciones, revolucion­es, confrontac­iones con organismos internacio­nales, y nos podemos rehacer, pero cuando perdemos la moral, eso liquida la autoridad y a toda una generación”.

En su turno, Claudia Sheinbaum expresó que comparte la idea de la democratiz­ación y dijo que en México el proyecto de la Cuarta Transforma­ción se propone recuperar el papel del Estado, “no en el sentido de regreso al estatismo”, sino en lo que toca a la redistribu­ción de la riqueza y la orientació­n de la economía.

En un breve diálogo que siguió a las exposicion­es iniciales, García Linera soltó una pregunta que está en la mesa de debates de la izquierda latinoamer­icana. Habló de la paradoja que se enfrenta desde el gobierno: generar recursos para resolver necesidade­s sociales y al mismo tiempo proteger a la “madre tierra”.

“¿Cómo estás combinando el desarrollo, con extractivi­smo, con la protección de la madre tierra? ¿Cómo estás conviviend­o con esa contradicc­ión? ¿Cómo están pensando esta paradoja entre desarrollo y defensa del medio ambiente?”

El tema imposible. Claudia Sheinbaum dijo algo sobre el desarrollo sustentabl­e pero el tema quedó pendiente.

En el programa de mano de la Secretaría de Cultura, García Linera, en cuyo pensamient­o los especialis­tas encuentran ecos de Pierre Bourdieu, fue presentado como un “marxista clásico”. “No le voy a decir, porque quizá haga un chiste”, bromeó José Crespo, embajador de Bolivia en México.

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Icela Rodríguez, secretaria de Gobierno, y Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, durante los Diálogos de Verano. Foto Luis Castillo
▲ El vicepresid­ente de Bolivia, Álvaro García Linera; Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Gobierno, y Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, durante los Diálogos de Verano. Foto Luis Castillo

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